.

Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

sábado, 8 de agosto de 2015

El mito de los fusilamientos masivos..

Así como los ahorcamientos de Nuremberg fueron un símbolo de la venganza judía, la prisión de Spandau, en Berlín, es otro símbolo de que esa venganza, allí estuvieron presos, durante períodos de diez a veinte años, Walter Funk, Ministro de Economía; Baldur von Schirach, jefe de las juventudes hitlerianas; Albert Speer, cuyo "delito" había sido elevar la producción de armamento, y otros jefes del Gabinete.


La ejecución de quienes combaten sin uniforme era practicada por muchas naciones, inclusive la Gran Bretaña, los Estados Unidos, Francia y la URSS. Tanto así que el reglamento de guerra en tierra, del ejército norteamericano, establece como ilegales los actos de resistencia realizados por individuos sin emblema, distintivo o uniforme por el cual pueda reconocérseles a distancia, ni porten sus armas abiertamente ni luchen de acuerdo con las reglas bélicas universalmente aceptadas. Tal era el caso de millares de fanáticos judíos que luchaban secretamente, como han hecho en los últimos cuatro mil años, desde que desafiaron el poder de los faraones. En realidad el movimiento político judío podría ahora proclamar con orgullo la temeridad de sus encubiertos combatientes de Europa, pero sin duda alguna le conviene más presentarlos como pasivas víctimas.

El periodista Edwin Hartrich reveló el 26 de febrero de 1948 que un tribunal militar norteamericano acababa de contradecir el principio básico en que se basaron los procesos de Nuremberg. El nuevo tribunal dictaminó que los soldados alemanes eran víctimas de ataques por sorpresa, hechos por un enemigo con quien no podían batirse en combate abierto. Era práctica común la emboscada a las tropas alemanas. A menudo los soldados alemanes eran capturados, torturados y muertos. La mayoría de las fuerzas subterráneas no cumplían con los reglamentos de la guerra y por lo tanto carecían de todo derecho a ser tratados como beligerantes... Los miembros de estos grupos ilegales, añadió el tribunal militar norteamericano radicado en Francfort no tenían derecho al privilegio de ser tratados como prisioneros de guerra al ser capturados, y en consecuencia los alemanes no pueden ser acusados de ningún crimen por haberlos fusilado.

Otra acusación contra los alemanes se refería a la ejecución de rehenes. Este procedimiento, como medida represiva contra los ataques encubiertos de combatientes no uniformados, se halla previsto asimismo en el artículo 358 del reglamento de guerra norteamericano, y en los artículos 453 y 454 del código de justicia militar británico. Se acusó a las tropas SS alemanas de ejecutar a 10 rehenes por cada soldado alemán asesinado a mansalva, pero es el caso que los franceses tenían una cuota de 25 a 1, y los estadounidenses de 200 a 1.

El cargo más grave que se hizo a los líderes NS fue el de haber cometido crímenes contra la humanidad; en otras palabras, ejecuciones de judíos. La parte acusadora, o sea los mismos israelitas, calcularon en seis millones el número de ejecutados. Una cantidad tan grande de fusilamientos es incuestionablemente injustificada, pero el delito no se configura con el simple dicho del acusador. Para probarlo se hubiera requerido el trabajo de un tribunal imparcial y de una investigación que no fuera practicada por los mismos acusadores, máxime cuando esos acusadores exageran siempre todo suceso que tienda a favorecerlos. Frecuentemente llegan incluso a desprestigiar como victimarios a quienes en realidad son víctimas de ellos.

Antes de la guerra sólo había 6 millones de judíos en toda Europa, y de haber sido asesinados seis millones, no habría quedado ninguno, lo cual es absolutamente falso. En todos los países las tropas aliadas encontraron numerosas colonias de israelitas y a otros muchos se les libertó de los campos de concentración. Aun antes de que terminara la contienda, a fines de 1944, Himmler accedió a que emigraran a través de Suiza 1,200 hebreos semanariamente, y el 19 de abril de 1945, antes que terminara la guerra Norbert Masur, del Congreso Mundial Israelita, llegó a Berlín a gestionar ante Himmler que los judíos detenidos no fueran cambiados de campamento, a fin de evitarles posibles represalias durante su translado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario