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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

miércoles, 29 de junio de 2016

La teoria de Nolte







Aunque Nolte no es un revisionista, sino un historiador académico a través de Nolte habla la Alemania ultrajada, calumniada, pisoteada..., convertida, en chivo expiatorio de todos los males del siglo XX. De ahí que Nolte sea el único historiador académico dispuesto a reconocerle ciertos méritos al revisionismo. , además, desde una posición intencionalista, hay algo en él que alarma extraordinariamente a los intelectuales e historiadores orgánicos del sistema, a saber, su compromiso con la verdad, su honestidad y la evidencia de que no trabaja para la secta, sino que "va por libre". La soledad de Nolte en Alemania se debe, pues, menos a sus tesis en sí mismas que a su actitud independiente, desafiante y patriótica.





Pero Nolte tampoco puede hallar refugio entre los neonazis. Las razones son obvias. Para la extrema derecha no se trata de la verdad, sino de una versión política que sustituya a la actual. Una versión filofascista que niega cualquier crimen o genocidio perpetrado por el régimen de Hitler. Sobre esta base se explican muchas otras cosas que suceden en el llamado campo socialpatriota, como que Evola pueda ser considerado un ideólogo. Desde luego, cuando Nolte habla de crítica racional, de ciencia, de verdad, etc., nos encontramos en las antípodas de Evola. Y es completamente lógico que, en un campo político donde se promueve el irracionalismo evoliano a la par que la revisión de la historia, ésta termine cediendo a la compulsión de mentir en provecho del "Individuo Absoluto"




Veámoslo:
En 1984, en Stuttgart, se realizó un congreso en el que tomaron parte los más importantes especialistas del Holocausto, pertenecientes todos a la "escuela establecida", entre los cuales estaban Raul Hilberg y Yehuda Bauer. En esta ocasión, Bauer criticó la tesis aún en vigor en Alemania -donde es considerada inatacable-, según la cual el exterminio de los judíos había sido "decidido" durante la "Conferencia de Wansee". Hilberg insistió mucho en el hecho de quela cifra expresada con frecuencia de dos millones y medio de víctimas judías en Auschwitz era una imposibilidad: esa cifra no podía superar el millón. Algunos años más tarde, esta revisión se convirtió en la versión oficial: en las placas commemorativas de Auschwitz, los "cuatro millones" fueron reemplazados por "de uno a un millón y medio".


Un miembro del Instituto Berlinés de Investigación sobre el Antisemitismo indicó que el zyklon B, "cosa que a menudo es desdeñada", con frecuencia había sido empleado para combatir los parásitos y que había sido de uso indispensable en los campos donde reinaba el tifus; ponía en guardia contra la "sobreestimación de la cantidad de quienes habían sido muertos en Auschwitz-Birkenau". Eberhard Jäckel se refirió a ciertas indicaciones según las cuales Göring y Goebbels, y hasta Himmler, habían expresado reservas ante las primeras ejecuciones en masa. Hilberg subrayó la gran importancia del "rumor" que habría representado un gran papel, incluso a la cabeza del aparato del partido nazi, es decir, de las declaraciones que no se apoyaban en la experiencia personal sino en lo que referían otras personas.


No se mencionó que durante la guerra y la inmediata posguerra se había pretendido que para las ejecuciones en masa se procedía a inyectar vapor ardiente an habitaciones cerradas, haciendo pasar una corriente eléctrica sobre inmensas placas o utilizando cal viva. Este silencio sobre afirmaciones de este orden equivalía a declararlas tan manifiestamente erróneas como el rumor según el cual se había producido jabón a partir de los cadáveres de los judíos, y que no obstante, incluso recientemente el Alemania, fue retomado por los anuncios de prensa de un director conocido. Inclusive hasta los testimonios de visu, muy extendidos en los años cincuenta, del alto responsable de las SS y miembro de la Iglesia confesional, Kurt Gernstein, ya no son remotamos en la bibliografía de investigadores totalmente ortodoxos. Y es sabido que Jean-Claude Pressac -quien, a pesar de los precendentes singulares, es reconocido como un investigador serio- recientemente redujo la cantidad de las víctimas de las cámaras de gas de Auschwitz hasta alrededor de medio millón.

Y añade:


Semejantes correcciones de detalle no se distinguen esencialmente de ciertas afirmaciones que -que yo sepa- no sólo fueron hechas por "revisionistas": por ejemplo,que las primeras confesiones del comandante de Auschwitz, Höss, habían sido arrancadas bajo tortura; que las altas llamas que salían de las chimeneas de los crematorios observadas por cantidad de testigos visuales no eran más que ilusiones ópticas; que no estaban reunidas las condiciones técnicas para proceder a la cremación cotidiana de venticuatro mil cadáveres; que las morgues de los crematorios de los campos, que durante las epidemias de tifus debían contabilizar todos los días alrededor de trescientas muertes "naturales", eran lisa y llanamente indispensables, y que por lo menos en el transcurso de tales períodos, no podían ser utilizadas para las ejecuciones en masa.


La conclusión de Nolte sobre el revisionismo, una vez abordado el tema de las cámaras de gas, cuya existencia los revisionistas niegan Nolte no se pronuncia al respecto, pero muéstrase en este punto un tanto escéptico con el revisionismo, es el siguiente:




Sin embargo, aun si estas dos afirmaciones fueran definitivamente refutadas, no bastaría esto para evacuar la cuestión de saber si un revisionismo que tomase distancia de la agitación provocadora y que procediese por argumentación no sería la forma extrema de revisiones en principio legítimas, y no debería ser aceptado como un fenómeno interno al desarrollo científico; es evidente que de este modo no se excluiría la crítica decidida sino que se la proseguiría. Me siento inclinado a responder a esta cuestión afirmativamente, pues !qué sería de la ciencia si no estuviera obligada sin cesar a volver a ejercer su crítica, sobre la base de un trabajo profundo, precisamente contra graves errores científicos, y a descubrir en los mismos errores otros núcleos de verdad!

sábado, 25 de junio de 2016

Keynes contra el tratado de Versalles.



Resultado de imagen de John Maynard Keynes

Keynes fue un profundo crítico de la Paz de Versalles.

Más allá de los insultos personales, Keynes hizo algunas siniestras profecías que, andando el tiempo, se harían realidad. Entre ellas, que la incapacidad de pagar la deuda de la guerra por parte de Alemania, sería una amenaza permanente para la paz europea. Lo que de verdad ocurrió. Keynes fue mucho más visionario o acaso simplemente más sensato que los estadistas que en Versalles ganaron la guerra y se las arreglaron para perder la paz.

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John Maynard Keynes viajó como parte de la delegación británica a negociar el Tratado de Versalles en 1919, representando al Tesoro. Fue lo suficientemente, por decirlo con suavidad, "animal político", para no soltar la lengua durante las negociaciones mismas, pero apenas regresó a Inglaterra, publicó un libro llamado "Las consecuencias económicas de la paz", en las que criticó ácidamente los términos del Tratado de Versalles. 

Según Keynes, los alemanes jamás podrían hacer frente a las exhorbitantes indemnizaciones económicas que debía pagar por la paz. Respecto de Woodrow Wilson, Presidente de los Estados Unidos y uno de los principales arquitectos de la paz, fue el que propuso los famosos "14 puntos", por más señas, de los cuales sólo se rescató al final el crear la ineficaz Liga de las Naciones, no tuvo empacho en llamarlo un ciego y sordo Don Quijote. 

De Georges Clemenceau, el líder francés, dijo directamente que era un xenófobo, con "una ilusión - Francia, y una desilusión - la humanidad". Y sus insultos alcanzan un punto sublime cuando se refiere a Lloyd George, el británico, como este bardo con pies de cabra, este visitante medio humano a nuestra era desde encantados y mágicamente embrujados bosques de la antigüedad celta.


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El libro hizo su buen poco de ruido, y vendió la importante cantidad de 84.000 ejemplares. Keynes viviría hasta después de acabada la Segunda Guerra Mundial, y por lo tanto, llegó a ser testigo de que, en la segunda ocasión, los arquitectos de la paz se portaron de manera menos irresponsable y prepotente. De hecho, la idea de que los vencedores llevaran a cabo un abultado plan de inversiones en Europa para fortalecer sus economías e infraestructuras derruidas por la guerra y convertirlos en socios comerciales prósperos y boyantes, el Plan Marshall, precisamente, en el fondo no es más que una aplicación pura y simple de las ideas keynesianas, pero a un nivel internacional.

domingo, 12 de junio de 2016

Toro Sentado. Un caso de limpieza étnica.





El jefe indio Toro Sentado nació en Grand Silver, Dakota del Sur en 1831 y falleció en 1890, en la reserva india de Standing Rock, Dakota del Sur.


Se trata de un caso de miedo al prestigio, y este jefe indio tenía un gran predicamento entre los suyos, pro lo que las autoridades norteamericanas lo seguían considerando una amenaza.

Toro Sentado («Tatanka-Lyotanka»), jefe y hechicero de la tri­bu lakota, era considerado generalmente como el último represen­tante de los sioux en rendirse al gobierno de Estados Unidos y, como tal, los blancos lo miraban con profunda desconfianza.


Aunque Toro Sentado fue una figura legendaria en la batalla de los nativos Ameri­canos contra la expansión de los blancos hacia el Oeste de Estados Unidos, no participó en la resistencia hasta los últimos momentos de la lucha. Después de que la fiebre del oro de 1868 en las montañas Negras rompiese el Tratado de Fort Laramie, que estaba destinado a proteger las tierras de los indios, Toro Sentado tuvo su famosa visión mística que anticipó la terrible derrota del 7° de Caballería del ge­neral George Armstrong Custer ante los lakota.


Aunque victoriosos ante Custer, Toro Sentado y su pueblo no pudieron resistir la inva­sión de colonos blancos y, en el duro invierno de 1881, finalmente rindieron sus armas al ejército de Estados Unidos.

El jefe indio pasó dos años en prisión antes de ser trasladado a la reserva de Standing Rock, aunque en 1885 las autoridades le permitieron realizar una gira por Europa, participando del espectáculo del salvaje Oeste de Búfalo Bill. En este sentido hubo un gran debate entre los indios, pues mientras unos lo consideraban indigno para su pueblo, otros pensaban que era una oportunidad ùnica para hacer conocer a otros pueblos su existencia y su problemática

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El rápido aumento y la enorme popularidad del culto de la dan­za fantasma entre los nativos norteamericanos en 1890 asustó a las autoridades estadounidenses —pensaban que esa ceremonia conse­guiría vaciar la tierra de habitantes blancos y restauraría la forma de vida india—, y los agentes a cargo de los indios llamaron a la caballe­ría.

Temían que Toro Sentado se uniera a los seguidores de la danza fantasma y por eso cuarenta y tres policías de Lakota irrumpieron, antes del amanecer del 15 de diciembre de 1890, en su cabaña de Standing Rock y le arrastraron fuera de ella. Sus seguidores se reu­nieron en torno a él para tratar de protegerlo pero, en el tiroteo que siguió a estos hechos, uno de los policías de Lakota atravesó la cabe­za de Toro Sentado con una bala.


Según parece, la muere de Toro Sentado estaba ya decidida desde un principio, y por eso eligieron ese modo de detenerlo, en su propia reserva y entre su propia gente, seguros de que se organizarían un tumulto en el que fuese posible acabar con su vida sin la publicidad posterior de un juicio en el que, por otra parte, no había muchas garantías de que resultase condenado.