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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

domingo, 3 de mayo de 2015

¿No Existen Orificios? ¡No Existe “Holocausto”!



Diltlieb Felderer fue el primero en tratar intensivamente la cuestión de si había o no orificios en el techo de las supuestas “cámaras de gas” homicidas, aunque parece que no publicó nada acerca de esto. Leuchter tocó este tema sólo superficialmente en su reporte. Fue esta interrogante, más que indagar si existían o no residuos químicos del gas venenoso supuestamente empleado, lo que aumentaba mi curiosidad para dirigirme a Auschwitz, buscar personalmente dichos orificios. El 16 de agosto de 1991, mientras permanecía en el techo colapsado de la supuesta “cámara de gas” del crematorio II en Birkenau, perdí mi fe en el “Holocausto” ya que no pude encontrar ningún orificio que mereciera ese nombre. Esto lo describí con detalle en mi reporte. En 1994, Robert Faurisson exclamó la famosa ocurrencia que subtitula esta sección. Aún así, no fue hasta el año 2000, durante el caso sobre difamación de David Irving[revisionista] en contra de Deborah Lipstadt [exterminacionalista], que el mundo tuvo noticia de la acusación revisionista sobre la inexistencia de orificios en el techo.

Charles Provan, desde entonces ha escrito en Internet un artículo en el cual afirma haber refutado este descubrimiento revisionista. Por supuesto, él encontró orificios en el techo de la morgue del crematorio II, pero, ¿estos son los mismos orificios usados hace cincuenta años para introducir el Zyklon B a las “cámaras de gas” como afirman los testigos?, ¿o es sólo el resultado del techo colapsado, atravesado por los pilares que lo soportaban? Estoy convencido que esto último es el caso. Sin embargo, mi convicción no importa, lo que importa son los hechos, pero, ¿como estableceremos los hechos en tal caso?

Según Robert Van Pelt:
En los 2500 pies cúbicos de esta habitación, fue el lugar del planeta en que más gente perdió la vida. 500.000 personas fueron asesinadas. Si se realizara un mapa sobre el sufrimiento humano, si se creara la geografía de la atrocidad, este sería el centro absoluto.

Ahora, consideremos algo diferente, aunque igualmente trágico. Todos sabemos lo que sucede después de que un aeroplano se estrella: cientos de expertos se involucran para recuperar los restos del accidente con el fin de realizar una reconstrucción, al modo de un rompecabezas gigante en tres dimensiones. El propósito es determinar la causa del accidente con el fin de prevenir que suceda de nuevo, por supuesto, no se repara en gastos.




¿No sería apropiado hacer lo mismo con las morgues de los crematorios II y III en Birkenau? Reunir un equipo de cientos de historiadores, ingenieros, arquitectos y arqueólogos para recuperar con rigurosidad todos los restos de estas instalaciones y reconstruirlas, reuniendo de nuevo este gran rompecabezas, con el fin de determinar cómo se veían hace 50 años. ¿No sería lógico intentar determinar a partir de los vestigios que tenemos si existieron orificios, en lugar de afirmar con gran entusiasmo conclusiones sacadas de la simple ruptura del concreto?

Durante los últimos años, he escuchado, para mi horror, de gente que camina sobre estas instalaciones y rompen las barras de refuerzo que sobresalen de grietas y agujeros, o que por medio de palas despejan los restos del techo con el fin de buscar orificios. ¿Que opinaría un paleontólogo de alguien que quisiera usar una pala para excavar el sitio de un esqueleto de un tiranosaurio rex? Algunas veces uno se pregunta: ¿A donde se han ido todos los hombres pensantes? ¿Cuándo la gente comenzará a pensar y actuar como seres humanos respecto al Holocausto?

La pregunta respecto a si hay o no hay orificios en el techo del crematorio II no es trivial. Si no existe alguno, entonces, hubiera sido imposible introducir el Zyklon B dentro de la supuesta “cámara de gas”, de la forma en que afirmaron algunos testigos, desacreditando a muchos otros. Y ya que las versiones de los testigos presenciales son el único pilar sobre el cual el Holocausto descansa, tarde o temprano llegará el derrumbe de todo el relato acerca del Holocausto. Esto, no es para nada un asunto trivial. El orden internacional establecido por los poderes victoriosos después de la Segunda Guerra Mundial descansa principalmente sobre la “certeza” del Holocausto. El Holocausto es usado para controlar Alemania, y por lo tanto, a Europa, para suprimir los movimientos nacionalistas y para mantener el dominio estadounidense, sin mencionar al poder izquierdista y los movimientos internacionalistas derivados de éste, y del uso que los grupos judíos y Sionistas hacen del mito.

¿Quién, entonces, quiere saber la verdad? ¿No sería más sencillo derrumbar los crematorios de Auschwitz y remover los restos de una vez por todas, y contentarse con las versiones de los testigos?

Si los investigadores revisionistas no realizan el trabajo de establecer lo que realmente pasó en Auschwitz, nadie lo hará. Considerando nuestros medios limitados y las restricciones legales que entorpecen nuestra labor, podría ser realista concluir que nadie nunca lo hará. De esta manera, todo lo que podemos hacer ahora mismo es trazar meticulosamente el mapa y documentar el material que queda, de principio a fin, y esperar que con el tiempo la razón prevalecerá.

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