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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

martes, 5 de mayo de 2015

Acumulación de mitos.

Hubo después de la guerra una producción abundante y creciente de literatura sensacionalista en su mayor parte de origen judío, sobre los campos de concentración. Se acumulan en cada uno de esos libros detalles más y más horribles: se mezclan fragmentos de verdad con las fantasías e imposturas más grotescas, creándose así una irremisible mitología que desde hace mucho tiempo no tiene relación alguna con los hechos históricos. Hemos mencionado ya estos tipos de relatos como el libro absurdo de Olga Lengyel, Cinco Chimeneas: veinticuatro mil cadáveres tratados diariamente; según ella.



Hay ciertos libros, escritos por ex-detenidos de los campos de concentración, que ofrecen una imagen totalmente distinta de las condiciones de vida en los campos. Es el caso del libro de Margarete Buber, Under Two Dictators (Londres, 1950). Se trata de una judía alemana, que antes de ser enviada a Ravensbruck, campo alemán para mujeres, conoció durante varios años las brutales y primitivas condiciones de vida de los campos soviéticos Hace notar que ella fue la única, entre todos los judíos de su contingente de repatridos de la Unión Soviética, que no fue puesta en libertad directamente por la Gestapo. Se percibe en su libro el contraste impresionante entre los campos soviéticos y los campos alemanes: encontró que Ravensbruck era limpio, civilizado y bien administrado, en comparación con el desorden y el hambre de los campos soviéticos. Le parecieron un lujo los baños regulares y la ropa limpia, y su primera comida con pan blanco, salchichas, avena azucarada y trufas secas le sorprendió a tal punto que le preguntó a otra detenida si el 3 de agosto de 1940 era un día festivo o una fiesta nacional de la Alemania nacional-socialista. Hace notar también que las barracas de Ravensbruck eran muy espaciosas comparadas con el hacinamiento en las chozas de los campos soviéticos. En 1945, durante el curso de los últimos meses de la guerra, constató el progresivo deterioro cuyas causas examinaremos luego de las condiciones de vida del campo.

Otro relato totalmente fuera de la línea habitual de la propaganda es Die Gestapo läss bitten de Charlotte Bormann, prisionera política comunista, internada también en Ravensbruck. La revelación sin duda más importante contenida en su libro es que los rumores relativos a las cámaras de gas fueron deliberadamente inventados y propagados por los comunistas. Otra comprobación impresionante relativa a los procesos de los criminales de guerra: no se permitió a Charlotte Bormann presentarse para prestar testimonio en el proceso al personal del campo de Ravensbruck, que tuvo lugar en Rastadt, zona francesa de ocupación: suerte habitual de los que desmentían la leyenda del exterminio.


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