El recuerdo de la enormidad de las expulsiones ha estado muchos años circunscrito a las asociaciones alemanas de expulsados, que se sitúan en el espectro más conservador de la CDU/CSU, incomodando con sus reivindicaciones al establishment político. Pero la memoria del sufrimiento civil alemán evoluciona junto con el país.
Libros sobre el bombardeo de Dresde, de Hamburgo, la novela de Günter Grass “Im Krebsgang” (2002), sobre el hundimiento por un submarino soviético de un barco repleto de mujeres y niños refugiados en el Báltico, o la serie “La gran huida” que el segundo canal de la televisión (ZDF) emitió en 2003, son la prueba de una nueva reivindicación a cargo de sectores sin el menor vínculo, generacional o político, con el revanchismo. Trátese de los bombardeos angloamericanos, de las más de 80.000 violaciones de los soldados soviéticos en ciudades como Berlín o Viena, o de los desmanes de los expulsadores checos, la evidencia de crímenes contra la humanidad es aplastante.
La guerra contra la Alemania hitleriana era legítima, pero ¿eran legítimas las violaciones de mujeres que los rusos practicaron en Berlín, o el bombardeo de convoyes de refugiados en el Báltico?, eso no se puede justificar, dice la popular ex obispa de Hannover, Margot Kässmann, una personalidad feminista y antibeliocista que está en las antípodas de Steinbach.
En determinados respetables ámbitos se sugiere e insinúa a los judíos que no fueron las únicas víctimas, ¿es este recuerdo público una señal de salud política, o sería a veces más prudente olvidar?,
La guerra contra la Alemania hitleriana era legítima, pero ¿eran legítimas las violaciones de mujeres que los rusos practicaron en Berlín, o el bombardeo de convoyes de refugiados en el Báltico?, eso no se puede justificar, dice la popular ex obispa de Hannover, Margot Kässmann, una personalidad feminista y antibeliocista que está en las antípodas de Steinbach.
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