Los que lo derribaron quedaron solos sobre el terreno en 1945, y desde entonces, ellos, los vencedores, sin contradictores, han presentado e interpretado los hechos tal como les ha convenido, aquel mundo se ha derrumbado, por tanto, no ha podido defenderse.
Un aspecto ha sido especialmente objeto de apasionadas atenciones: se han publicado, con gigantesco montaje publicitario, centenares de reportajes, frecuentemente exagerados, a veces groseramente falsos, sobre los campos alemanes de concentración y sobre los hornos crematorios, únicos elementos que se ha creído conveniente dar a conocer, de entre la inmensa creación que fue, durante diez años, el régimen NS.
También sobre ese tema estamos esperando un trabajo serio sobre qué es lo realmente ocurrido, con cifras verificadas metódicamente y comprobadas, un trabajo imparcial, no un trabajo de propaganda, nada de datos y detalles sobre lo que se dice visto y no se ha visto, nada, sobre todo, de confesiones plagadas de errores y de inverosimilitudes, dictadas por torturadores oficiales a unos acusados alemanes que se jugaban la cabeza, y dispuestos a firmar lo que fuera para escapar al verdugo.
También sobre ese tema estamos esperando un trabajo serio sobre qué es lo realmente ocurrido, con cifras verificadas metódicamente y comprobadas, un trabajo imparcial, no un trabajo de propaganda, nada de datos y detalles sobre lo que se dice visto y no se ha visto, nada, sobre todo, de confesiones plagadas de errores y de inverosimilitudes, dictadas por torturadores oficiales a unos acusados alemanes que se jugaban la cabeza, y dispuestos a firmar lo que fuera para escapar al verdugo.
Hasta el fin del mundo se continuará evocando la muerte de los judios, bajo las narices de millones de espantados lectores, poco exigentes en materia de cifras exactas y de rigor histórico.
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