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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

martes, 1 de septiembre de 2015

Ninguna Pantalla de Lámpara de "Piel Humana"

¿Y qué hay de las macabras historias de presidiarios de campos de concentración despellejados por sus tatuajes, desollados para hacer pantallas de lámparas y bolsos, u otros artefactos?. ¿Qué hay de los innumerables "rejillas de tortura", "ganchos carniceros", postes de azotes, horcas y otros instrumentos de tormento y muerte que se relata que abundaban en cada campo alemán? Esas acusaciones, y otras aún más grotescas proferidas por los acusadores soviéticos, se abrieron camino en el registro en Núremberg.

Se hicieron acusaciones de pantallas de lámparas y pieles tatuadas contra Ilse Koch, calificada por los periodistas como "la perra de Buchenwald", de quien se informó que tenía amueblada su casa con objetos fabricados a partir de las pieles tostadas de infortunados presidiarios.

Pero el general Lucius Clay, el gobernador militar de la zona estadounidense de la Alemania ocupada, que examinó el caso de ella en 1948, dijo a sus superiores en Washington: "No hay ninguna prueba convincente de que ella Ilse Koch haya seleccionado a presidiarios para su exterminio a fin de asegurarse pieles tatuadas o de que ella poseyera algún artículo hecho de piel humana". En una entrevista que el general Clay concedió años más tarde, declaró acerca del infame material para las pantallas de lámparas: "Bien, resultó realmente que se trataba de carne de cabra. Pero en el proceso judicial todavía era carne humana. Era casi imposible para ella haber conseguido un proceso justo". Ilse Koch se ahorcó en una cárcel alemana en 1967.

Sería tedioso hacer una lista y refutar las miles de extrañas afirmaciones en cuanto a las atrocidades nacionalsocialistas. Que hubo casos de crueldad alemana, sin embargo, está claro por el testimonio del doctor Konrad Morgen, un investigador legal agregado a la Policía Criminal del Reich, cuyas declaraciones en el banquillo de los testigos en Núremberg nunca han sido cuestionadas por los defensores de la historia del "Holocausto" judío. El doctor Morgen informó al tribunal que a él le había dado plena autoridad Heinrich Himmler, comandante de las SS de Hitler y de la Gestapo, para ingresar en cualquier campo de concentración alemán e investigar casos de crueldad y corrupción de parte del personal del campo.

Como él explicó en su testimonio jurado en Núremberg, el doctor Morgen investigó 800 de tales casos, lo que resultó en más de 200 condenas. Los castigos incluían la pena de muerte para los peores infractores, incluyendo a Hermann Florstedt, comandante de Lublin Majdanek, y Karl Koch el marido de Ilse, comandante de Buchenwald.

Si bien los comandantes de campo alemanes en ciertos casos impusieron realmente castigos físicos, tales actos tenían que ser aprobados por las autoridades en Berlín, y se requería que primero un médico de campo certificara la buena salud del prisionero a ser disciplinado, y que luego quedara a disposición para el castigo efectivo. Después de todo, durante la mayor parte de la guerra los campos eran importantes centros de actividad industrial. La buena salud y la moral de los presioneros eran fundamentales para el esfuerzo de guerra alemán, como queda evidenciado en una orden de Enero de 1943 emitida por el general de las SS Richard Glücks, jefe de la oficina que supervisaba los campos de concentración. Dicha orden hacía a los comandantes de campo personalmente responsables de agotar todas las posibilidades para conservar la fuerza física de los detenidos.



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