El espíritu nacionalsocialista alemán pervivió a menudo después de la guerra en muchas personas.
He aquí un ejemplo:
Soy turingio y me he criado como hijo de una familia campesina con siete hijos. He vivido conscientemente durante el tiempo de Hitler. De profesión soy ingeniero diplomado, y comencé mis estudios en Turingia. Tuve estudios gratuitos porque mi madre no podía reunir ningún dinero para que yo estudiara. Mi padre había fallecido debido a la caída de un rayo. En la Alemania nacionalsocialista no era ningún problema otorgar a un miembro de una familia con numerosos hijos una plaza de estudios gratis, además de la ayuda para su sustento. Uno sólo tenía que llenar una solicitud.
Después de un tiempo estando arrestado volví momentáneamente de nuevo a mi hogar en mi patria, Turingia. Cuando mis amigos estaban siendo capturados por los soviéticos y sus cómplices alemanes comunistas y no regresaban, tuve que abandonar de nuevo tan pronto como me fue posible el criminal sistema comunista de Alemania Central. En la Alemania del Oeste logré concluír mis estudios. Gané mi sustento, mientras estudiaba, como un obrero en una bodega de maderas perteneciente a una fábrica de papeles. Después de seis años en mi actividad profesional tomé un puesto como ingeniero jefe en una de las grandesempresas de la industria de Alemania Occidental. Más tarde fundé mi propia empresa de desarrollo. Gracias a muchos inventos e innovaciones pude crear muchos puestos de trabajo para hombres alemanes.
La actual decadencia en casi todas las áreas tiene sus causas en el sistema político y en el fracaso entero de los políticos establecidos. En el período de posguerra, en la entonces recién creada Alemania Occidental, los soldados que regresamos a casa después del cautiverio, junto con las mujeres de la patria, construímos de nuevo la Alemania del Oeste. A nuestro lado estaban entonces muchos viejos empresarios, que habían sido capaces de aumentar la producción de guerra durante la guerra bajo el granizo de bombas de los estadounidenses y los ingleses. Para nosotros todo consistía en construír de nuevo nuestra Alemania en el espíritu de unión de los alemanes.
Cuando después de la guerra la devastada región completa del Ruhr era un gigantesco montón de escombros en el suelo, los ingleses se llevaron a Inglaterracomo "reparaciones" [de guerra] las máquinas que todavía habían quedado intactas. Como ustedes saben, los soviéticos hicieron también aquello en la misma medida. Para impedir que se llevaran una gran prensa de forja de 10.000 toneladas, debía ser convocada por los sindicatos recién fundados una huelga general.
Esa gran prensa era la mayor del mundo y habría podido traernos ventajas económicas. También me gustaría añadir que los líderes sindicales de entonces todavía pensaban de manera alemana. Se trataba de la conservación del resto de nuestros puestos de trabajo y de la conservación de nuestro pueblo. En esa manifestación en la región del Ruhr se habían hecho presentes representantesde la comunidad empresarial. Después de que se hicieron muchos discursos combativos por parte del sindicato, un viejo empresario pidió la palabra. Él declaró: "Dejémoslos que se lleven el material antiguo que tenemos. Ya lo hemos usado para toda la producción de guerra. ¡Construiremos uno nuevo, más grande y mejor!".
De un golpe apareció allí el estado de ánimo acometedor. "¡Sí, sí, sí!", fue la respuesta. Él había pronunciado palabras redentoras. Aquí el viejo espíritu del Nacionalsocialismo de nuevo se hacía perceptible. Entonces él todavía estaba vivo.
De un golpe apareció allí el estado de ánimo acometedor. "¡Sí, sí, sí!", fue la respuesta. Él había pronunciado palabras redentoras. Aquí el viejo espíritu del Nacionalsocialismo de nuevo se hacía perceptible. Entonces él todavía estaba vivo.
La superación por los alemanes de las empresas automotrices inglesas atestigua también todavía la eficiencia no precisamente alta de los ingleses. El odio de los ingleses capitalistas a los eficientes alemanes tiene también en esto su origen.
Durante la Segunda Guerra Mundial, que se originó también en Inglaterra, ellos tuvieron que movilizar a casi todo el mundo para derribar a los inteligentes y valientes alemanes durante una larga guerra, que fue impuesta a nosotros.
En el Nacionalsocialismo bajo Hitler se consideraba el siguiente principio:
Los obreros y los dueños de empresas pertenecen al mismo grupo de una unidad cerrada y no pueden ser azuzados o puestos en oposición unos contra otros, a diferencia del sistema capitalista actual. He tenido que pensar durante mi carrera profesional una y otra vez en este decisivamente justo e importante concepto. ¿Qué puede comenzar el empresario incluso con los mejores inventos si no hay ningún trabajador que los implemente en el taller en la productividad? ¡Nada! Sin embargo, lo mismo es también válido en la dirección contraria: ¿Qué puede emprender un buen obrero si él no tiene ningún empresario que lo lleve a través de una multitud de decisiones razonables al éxito? ¡Nada!.
El principio es éste: Los que trabajan con sus frentes y los que trabajan con sus puños, conectados a una conciencia nacional de emprendimiento, ¡pertenecen juntos a un grupo de trabajo!.
Bajo Hitler esta sentencia encontraba su uso significativo. Este principio político, junto con la retirada desde el sistema del capitalista patrón oro, nos sacó a nosotros los alemanes de la desesperación y el amordazamiento del Dictado de Versalles. ¡Alemania bajo Adolf Hitler ya no era más un objeto de explotación por parte de las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial!.
¡Ése era el concepto de Adolf Hitler tan injuriado y calumniado en la actualidad, y no el tan citado de la comunidad popular! [Volksgemeinschaft]. Hoy en día no existe en los políticos o más bien, en los vasallos capitalistas en absoluto una actitud nacionalista. El desarrollo del poder económico mediante nuevas fusiones de empresas es la gran palabra mágica. Los capitalistas extranjeros, por lo tanto, deciden sobre la destrucción de los puestos de trabajo en Alemania. Poner a sectores de la población unos contra otros —trabajadores contra empleadores y viceversa— es el principio supremo del sistema capitalista pseudo-democrático de hoy. Hasta dónde ha llevado esto, lo vemos en muchos ejemplos negativos en la economía. El trabajador alemán ha llegado a ser en última instancia el juguete de los grupos de intereses económicos extranjeros.
¡Esto es el capitalismo y el globalismo en su forma más pura!. ¡Tenemos que defendernos contra ello con toda la fuerza!.
¡Ése era el concepto de Adolf Hitler tan injuriado y calumniado en la actualidad, y no el tan citado de la comunidad popular! [Volksgemeinschaft]. Hoy en día no existe en los políticos o más bien, en los vasallos capitalistas en absoluto una actitud nacionalista. El desarrollo del poder económico mediante nuevas fusiones de empresas es la gran palabra mágica. Los capitalistas extranjeros, por lo tanto, deciden sobre la destrucción de los puestos de trabajo en Alemania. Poner a sectores de la población unos contra otros —trabajadores contra empleadores y viceversa— es el principio supremo del sistema capitalista pseudo-democrático de hoy. Hasta dónde ha llevado esto, lo vemos en muchos ejemplos negativos en la economía. El trabajador alemán ha llegado a ser en última instancia el juguete de los grupos de intereses económicos extranjeros.
¡Esto es el capitalismo y el globalismo en su forma más pura!. ¡Tenemos que defendernos contra ello con toda la fuerza!.
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