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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

sábado, 4 de julio de 2015

Dejemos hablar al judío Bar-Zohar..

En Alemania, en efecto, operó una Brigada Judía, en calidad de tropa de ocupación, que se ilustró por sus desmanes, tenemos varios ejemplos del libro Les Vengeurs, escrito por el judío Michel Bar-Zohar, que confiesa haber tomado parte en los actos que relata, vanagloriándose de ellos, creo que sobran los comentarios, si acaso uno solo: este judío experimentó la necesidad de inmortalizar sus venganzas, escribiéndolas él mismo, nos tememos que le habrá hecho un flaco favor a los pobres "marranos" que simpatizan con la causa judía.
Algunas perlas:

Poco tiempo después de haber llegado la Brigada Judía a Treviso, en el Tirol del Sur, se producen desórdenes en la ciudad: alemanes atacados, casas pertenecientes a nacionalsocialistas incendiadas, mujeres violadas... Estas violencias desordenadas perjudican a la causa judía. Hay que encauzar el sentimiento de venganza que domina a todos los soldados judíos, y a ese propósito, los jefes de la Haganah deciden confiar a un solo grupo de hombres, particularmente seguros y conocidos por sus cualidades morales, el derecho de derramar sangre en nombre del pueblo judío.
Para llevar a cabo nuestros actos de venganza debíamos guardar el secreto para con el Ejército británico, del que formaba parte la Brigada Judía. 

Los ingleses habrían desaprobado nuestros actos, aunque en numerosas ocasiones, también, hacían la vista gorda.
En el transcurso de las semanas siguientes, en el Alto Adigio, en el Tirol Austriaco, en Klagenfurt, en Innsbruck, oficiales SS, jefes de la Gestapo, altos dignatarios nacionalsocialistas desaparecen. A veces aparecen los cadáveres, pero la mayoría de esos hombres parece haberse disipado en el aire. Aún hoy, los parientes más allegados de aquellos nacionalsocialistas ignoran qué fue de ellos.

A menudo, los miembros de esa Brigada, que se arrogaban a sí mismos las facultades de juez y verdugo, se presentaban en casa de un alemán que había pertenecido al ejército, o a las SS, y le decían que estaba citado en la Comandancia británica. El hombre los seguía, confiado, y nunca regresaba a casa. Por lo general, en la camioneta que utilizaban los titulados vengadores, lo ahogaban con una soga enrollada en el cuello, y luego lo arrojaban a una charca. También actuaban en los hospitales de las prisiones militares británicas, donde extraños fallecimientos se producen entre los enfermos que gozaban de demasiado buena salud.


Otra perla: 

Estábamos en los camiones, cuenta Sam Halevy, actualmente granjero en la llanura al norte de Haifa. Por las autopistas alemanas solíamos adelantar a menudo a los ciclistas. La vista de un alemán bastaba para despertar nuestro deseo de venganza. En las cabinas, al lado del conductor, había muchachos de la Brigada. En el momento que el Dodge llegaba a la altura del ciclista, la puerta del camión se abría violentamente. El hombre rodaba bajo las ruedas del vehículo y era aplastado. De ese modo, matamos a un cierto número.


Los ingleses, finalmente, mandaron a la Brigada Judía a Bélgica, y posteriormente a Francia. El número de asesinatos imputable a esta Brigada oscila entre 200 y 300. Pero otro grupo más secreto, más implacable todavía, iba a tomar su relevo. Aquellos hombres venían de la Europa del Este. Traían documentación falsa y dinero. Era un grupo muy misterioso. Sólo querían una cosa: vengarse. Eran unos 50, y parecían disponer de todo el dinero que necesitasen.


Estos hombres, autodenominados "Grupo Nakam" que en hebreo significa "Venganza" superaron largamente en eficiencia asesina a sus predecesores de la Brigada Judía.

Dejemos hablar al judío Bar-Zohar:


En el Estado Mayor del Grupo Nakam se elaboró un proyecto de cuyo alcance estábamos enterados algunos. Mucho tiempo y mucho dinero se consagraron a preparar aquel plan. Si lo lográbamos, sabíamos que cualquier otra acción sería superflua. Hoy, con la perspectiva de los años, aquel plan puede calificarse de diabólico. Se trataba de matar a millones de alemanes. Digo bien, millones, así de golpe, sin distinción de edad ni sexo. La principal dificultad estribaba en que sólo queríamos matar alemanes. Ahora bien, en el antiguo territorio del Reich se encontraban soldados Aliados y supervivientes de los antiguos campos alemanes.


El plan consistía en el envenenamiento simultáneo de las fuentes, depósitos de agua y canalizaciones de las principales ciudades, utilizando un poderoso veneno en grandes dosis. El temor a lo que pudiera suceder con muchos judíos que no estuvieran en el secreto de la operación y las represalias de las autoridades de ocupación nos indujeron a abandonar el llamado Plan "A". Así fue como nos dedicamos principalmente al Plan "B". Tras algunos meses de búsqueda, escogimos nuestro terreno de acción, un campo de prisioneros cerca de Núremberg, precisamente la ciudad que había sido la sede del nacionalsocialismo. Allí habían sido concentrados 36.000 SS. Y hacia aquel campo se dirigió un pequeño grupo de reconocimiento, a principios de 1946, para ejecutar el primer acto de venganza...


Decidimos dice Jacob Karmi envenenar a los 36.000 SS, y yo fui encargado de la ejecución del proyecto. En primer lugar, conseguí que admitiesen a dos de mis hombres en la administración del campo: uno como chofer y otro como almacenero; luego conseguí que admitieran a más hombres míos en las oficinas...

Se escogió la noche del 13 al 14 de Abril de 1946 para proceder al adulteramiento del pan. Por una serie de circunstancias fortuitas, el plan fracasó parcialmente, pues sólo pudieron envenenarse una mínima parte de los panes... Según cálculos de los vengadores judíos, 4.300 prisioneros tuvieron molestias intestinales. Un millar aproximadamente fue transportado de urgencia al hospital. Durante los días siguientes a la operación, murieron de 700 a 800 prisioneros. Otros más atacados de parálisis, murieron en el transcurso del año. En total, los vengadores dan la cifra de unos mil muertos y varios miles de enfermos, muchos de los cuales morirían posiblemente también.


El libro en cuestión es una verdadera "delicia". Habla de otros dos envenenamientos de pan, con numerosas víctimas sin especificar cifras en otros campos de prisioneros, así como de la colocación y explosión de minas en el interior de un campo; del incendio de un cine donde muchos alemanes perecieron; del nuevo proyecto de envenenamiento de los depósitos de agua de Berlín, Múnich, Núremberg, Frankfurt y Hamburgo que fracasó por haberlo impedido las autoridades de ocupación; de las innumerables ejecuciones de oficiales y soldados alemanes en campos de concentración por médicos judíos.

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