Su preocupación exclusiva de crear un Estado judío poderoso e incluso su visión racista del mundo, pero esto solo es aplicable a la minoría fuertemente organizada de los dirigentes sionistas, tras la guerra Menahem Beghin o Itzac Shamir llegaron a ser dirigentes de primer rango en el Estado de Israel.
El primer dirigente del Estado de Israel, Ben Gurión, proclamaba sin ambages, el 7 de diciembre de 1938, ante los dirigentes sionistas del Labour: Si supiera que era posible salvara todos los niños de Alemania trayéndoles a Inglaterra, y solamente la mitad de ellos transportarlos a Eretz Israel, escogería la segunda solución. Ya que debemos tener en cuenta no sólo la vida de estos niños, sino también la historia del pueblo de Israel. El salvamento de los judíos en Europa no figuraba alprincipio de la lista de las prioridades de la clase dirigente. Era la fundación del Estado lo que era primordial ante sus ojos.
()¿Debemos ayudar a todos los que tengan necesidad sin tener en cuenta las características de cada cual? ¿No deberíamos dar a esta acción un carácter nacional sionista e intentar salvar prioritariamente a los que puedan ser útiles a la Tierra de Israel y al judaísmo? Sé que puede parecer cruel exponer la cuestión de esta manera, pero desgraciadamente debemos establecer claramente si somos capaces de salvar a 10.000 personas entre las 50.000 que pudieran contribuir a la construcción del país y al renacimiento nacional o bien a un millón de judíos que pudieran llegar a ser para nosotros un fardo o mejor dicho un peso muerto. En este caso nos limitaríamos a salvar a los 10.000 que pudieran ser salvados a pesar de las acusaciones y los llamamientos del millón abandonados a su suerte.
Este fanatismo inspira, por ejemplo, la actitud de la delegación sionista en la Conferencia de Evian, en julio de 1938, en la que 31 naciones se reunieron para discutir la absorción de los refugiados de la Alemania nazi. La delegación sionista exigió, como única solución posible, la de admitir a 200.000 judíos en Palestina. El Estado judío era más importante para ellos que la vida de los judíos. El enemigo principal, para los dirigentes sionistas era la asimilación. Centraban en esto la preocupación fundamental de todo racismo, incluido el hitleriano: la pureza de la sangre. Es por ello por lo que, en función misma del antisemitismo sistemático que les animaba hasta perseguir el propósito monstruoso de dar caza a todos los judíos de Alemania y después a los de Europa cuando llegara la hora, los nazis consideraban a los sionistas como interlocutores válidos puesto que también ellos servían a este propósito.
Los dirigentes hitlerianos acogieron favorablemente la orientación de los mandatarios sionistas que, por su preocupación exclusiva por constituir su Estado en Palestina, aunaban sus esfuerzos para desentenderse de los judíos.
El principal teórico, Alfred Rosenberg, escribe: el sionismo debe ser vigorosamente sostenido a fin de que un contingente anual de judíos alemanes sean llevados a Palestina.
Reinhardt Heydrich, que fue más tarde el Protector en Checoslovaquia, escribía en 1935, durante el tiempo en que era jefe de los Servicios de Seguridad de las S. S. en el Das Schwarze Korps, órgano oficial de las S.S., un artículo sobre El enemigo visible en el que se establecían distinciones entre los judíos: Nosotros debemos dividir a los judíos en dos categorías: los sionistas y los partidarios de la asimilación. Los sionistas profesan una concepción estrictamente racial, y, para la emigración en Palestina, ayudan a edificar su propio Estado judío nuestros mejores votos y nuestra buena voluntad oficial para ellos.
El Betar alemán recibió un nuevo nombre: Herzlia. Las actividades del movimiento en Alemania debían obtener a buen seguro la aprobación de la Gestapo; en realidad, Herzlia actuaba bajo la protección de esta última. Un día, un grupo de las S.S. atacó un campamento de verano del Betar. El jefe del movimiento se quejó entonces a la Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. La Gestapo preguntó al Betar que compensación le parecía la más adecuada. El movimiento solicitó que la reciente prohibición que se les había impuesto de no poder llevar camisas pardas les fuera levantada; la solicitud fue atendida.
Una circular de la Wilhelmstrasse indica: los objetivos propuestos por esta categoría, la de los judíos que se oponen a la asimilación y que son favorables a un reagrupamiento de sus correligionarios en el seno de un hogar nacional, en cuyo primer rango se encuentran los sionistas, son los que se apartan menos de los fines que persigue realmente la política alemana en relación con los judíos.
Reinhardt Heydrich, que fue más tarde el Protector en Checoslovaquia, escribía en 1935, durante el tiempo en que era jefe de los Servicios de Seguridad de las S. S. en el Das Schwarze Korps, órgano oficial de las S.S., un artículo sobre El enemigo visible en el que se establecían distinciones entre los judíos: Nosotros debemos dividir a los judíos en dos categorías: los sionistas y los partidarios de la asimilación. Los sionistas profesan una concepción estrictamente racial, y, para la emigración en Palestina, ayudan a edificar su propio Estado judío nuestros mejores votos y nuestra buena voluntad oficial para ellos.
El Betar alemán recibió un nuevo nombre: Herzlia. Las actividades del movimiento en Alemania debían obtener a buen seguro la aprobación de la Gestapo; en realidad, Herzlia actuaba bajo la protección de esta última. Un día, un grupo de las S.S. atacó un campamento de verano del Betar. El jefe del movimiento se quejó entonces a la Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. La Gestapo preguntó al Betar que compensación le parecía la más adecuada. El movimiento solicitó que la reciente prohibición que se les había impuesto de no poder llevar camisas pardas les fuera levantada; la solicitud fue atendida.
Una circular de la Wilhelmstrasse indica: los objetivos propuestos por esta categoría, la de los judíos que se oponen a la asimilación y que son favorables a un reagrupamiento de sus correligionarios en el seno de un hogar nacional, en cuyo primer rango se encuentran los sionistas, son los que se apartan menos de los fines que persigue realmente la política alemana en relación con los judíos.
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