Las rudas políticas de Hitler en los territorios del Este estuvieron justificadas por las razones siguientes:
* Política práctica (Realpolitik): Los Estados-naciones no germanos son intrínsecamente no fiables o amenazantes, y por lo tanto sus poblaciones no deben crecer y sus Estados deberían ser destruídos. Esto estaba basado en la reacción increíblemente negativa de Hitler al multiculturalismo del Imperio austro-húngaro y a la poca confiabilidad de las unidades no-germanas en la Primera Guerra Mundial, combinado con una visión de la vida y de las relaciones internacionales como algo intrínsecamente conflictivo, caracterizadas por una competencia perpetua entre los Estados-naciones.
* Nordicismo: Las poblaciones no-germanas no podían ser asimiladas en Alemania sin el riesgo de que tal mestizaje fuera disgénico (defectuoso), conduciendo a un daño genético cuasi permanente. Esto estaba motivado por teorías raciales recientes acerca del éxito de Occidente y el miedo recurrente producto de que el mestizaje con linajes inferiores había conducido a la decadencia de las antiguas Grecia y Roma.
Los planes de Hitler para el Este están entre lo más atemorizante de sus privadas Conversaciones de Sobremesa (la veracidad de las cuales es raramente cuestionada), exigiendo repetidamente el arrasamiento de Moscú y San Petersburgo para destruír permanentemente cualquier Estado ruso al Oeste de los Urales, que a los eslavos no se les proporcionara asistencia médica o educación, no sea que ellos se multipliquen y se auto-organicen, que los alemanes fueran sistemáticamente segregados de los nativos, y que Crimea en particular fuera étnicamente limpiada para abrir camino para los colonos alemanes.
Hitler absurdamente afirmó que las fronteras de "Europa" terminaban donde comenzaba el ámbito eslavo, y sostuvo que los nativos deberían ser tratados como lo fueron los indios norteamericanos o los hindúes del Imperio británico. Hitler admitió la eventualidad de asimilar a algunos eslavos, pero instó a que aquello fuera sumamente limitado y discriminador (más vale prevenir que curar, pensó probablemente). Él afirmaría de vez en cuando que los nativos estarían de todos modos mejor bajo el dominio alemán, pero esto parece todo menos un consuelo superficial.
Hay una especie de lógica despiadada en el enfoque de Hitler. La narrativa predominante tiene razón al notar que el pensamiento racial y eugenetista puede conducir a tales conclusiones, pero no tiene razón al afirmar que eso debe ser inevitablemente así, después de todo, cualquier línea de pensamiento, como el cristianismo o el marxismo, puede ser llevada a conclusiones violentas. Pero no hay que soslayar el hecho de que el pensamiento acerca de la genética inevitablemente conduce a valorar algunas vidas por sobre otras o, al menos, a algunos genes sobre otros genes, si la raza humana debe progresar. Incluso el liberal más bien intencionado, al ser presionado, reconocerá que la difusión de genes causantes de enfermedades es una mala cosa.
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