Después de algunas otras reuniones, Hitler insistió en que el Partido de los Trabajadores Alemanes se transformara desde un pequeño grupo de discusión ideológica en un verdadero partido político.
Durante los días finales de Diciembre de 1919 él y el fundador del partido Anton Drexler redactaron un programa de 25 puntos que Hitler presentó al "público" para su ratificación.
Esa importante reunión tuvo lugar el 24 de Febrero de 1920 en la Festsaal, o salón de fiestas, de la Hofbräuhaus de Múnich, en una gran sala en el tercer.
La primera reunión "grande" en la que él dirigió la palabra fue celebrada en el sótano repleto de humo de la Hofbräuhaus en Múnich el 16 de Octubre de 1919. Allí él habló encima de una mesa durante media hora. Hitler estaba "particularmente contento" de que más de la mitad de la muchedumbre consistía en comunistas o miembros del Partido Socialista Independiente.
Él es esencialmente un hacedor de discursos, y aunque hoy sean sus hechos y sus conquistas lo que más impresiona al mundo, no debería ser olvidado que él comenzó como un orador de tribunas improvisadas y de ese modo hizo su camino.
Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania sufrió de tendencias sociales y políticas desintegradoras. Los judíos tuvieron éxito brevemente al establecer dictaduras comunistas embrionarias, casi lanzando al país entero en un baño de sangre totalitario de proporciones de estilo ruso. El historiador John Toland describió la capital alemana como sin electricidad, con sus tranvías y ferrocarriles subterráneos detenidos, con la basura pudriéndose en las calles, y con tiendas y oficinas cerradas.
"Sólo la vida nocturna de Berlín continuó sin impedimentos, en la oscuridad o a la luz de las velas. Era la corrupción de una película exagerada con muchachas prostitutas de once años sumamente maquilladas compitiendo con amazonas con látigos y altas botas barnizadas. Había cafeterías para cada gusto y perversión: homosexuales, lesbianas, exhibicionistas, sádicos, masoquistas. La desnudez se había hecho aburrida y el arte mismo se estaba hundiendo en el nadir de la obscenidad, la desilusión y el cinismo"(Toland, Adolf Hitler, 1976, p. 100).
Según el biógrafo John Toland, «Abandonando toda restricción, él dejó que la emoción emergiera, y cuando él se sentó entre fuertes aplausos el sudor cubría su cara. Él estaba agotado, pero regocijado, "y lo que yo antes simplemente había sentido en lo profundo de mi corazón, sin ser capaz de ponerlo a prueba, resultó ser verdadero: ¡yo podía hablar!"» (citado de Mein Kampf).
Toland caracterizó ese evento como "un momento decisivo" en la carrera de Hitler y en la trayectoria histórica del Partido de los Trabajadores Alemanes, pronto a ser rebautizado como el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes(NSDAP).
Hitler más tarde escribió en el periódico del partido el Völkischer Beobachter:"Cuando cerré la reunión, yo no era el único que pensaba que entonces un lobo había nacido, destinado a irrumpir por entre la manada de seductores del pueblo".
El nombre Adolf, que se deriva del idioma antiguo alto alemán, literalmente significa "Lobo Noble". Desde aquel día en adelante la palabra "lobo" tuvo un especial significado para él, como un apodo entre amigos cercanos, como su seudónimo, y como el nombre de la mayor parte de sus cuarteles centrales militares.
Un mes más tarde Hitler habló a 130 estudiantes, comerciantes y oficiales de ejército en otra cervecería de Múnich, la Eberlbräu.
En vista de que dicho discurso era sólo la segunda alocución pública del desconocido Hitler para el diminuto partido, dos puntos valen la pena notar.
Primero, un espía del gobierno estaba presente. Identificando incorrectamente a Hitler como un comerciante, él reportó que el orador "disertó en una manera excepcional" y que estaba destinado a convertirse en "un orador profesional de propaganda".
Segundo, judíos, izquierdistas y comunistas estaban bien organizados de antemano para usar la violencia para suprimir un discurso que apuntaba sólo a 130 personas, el contenido del cual no sería puesto en circulación a una audiencia más grande mediante periódicos o revistas (los medios de comunicación de entonces). La intención de ellos era interrumpir la reunión e intimidar a los participantes de modo que incluso un diminuto auditorio no pudiera oír el mensaje de Hitler, sabiendo que pocos arriesgarían hacer aquello alguna vez de nuevo.
Esa práctica persiste hasta hoy.
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