Contra aquellos cuyas opiniones y pruebas desafían las conclusiones de los historiadores predominantes, la difamación, el acoso electrónico, la pérdida de empleo, las denuncias ante los empleadores, el asesinato de la reputación y cartas envenenadas son los métodos habituales empleados por los grupos e individuos empeñados que procuran aplastar la libre expresión y el debate abierto. En algunos raros casos, se ha usado abierta violencia como una tentativa de sacar de circulación a los "negadores".
Por ejemplo, el 4 de Julio de 1984, incendiarios prendieron fuego al depósito delInstituto para la Revisión Histórica, lo que resultó en un daño de aproximadamente 400.000 dólares. Los incendiarios sospechosos eran antiguos miembros de la Liga de Defensa Judía, cuyo líder en ese entonces, Irv Rubin, fue detenido más tarde y acusado de conspiración para bombardear una mezquita de Los Ángeles en Diciembre de 2001. Rubin, de 56 años, y su socio, Earl Kugel, de 59, fueron detenidos posteriormente y citados ante un tribunal bajo acusación de conspiración para bombardear propiedad privada y del Gobierno. En Noviembre de 2002, Rubin, de quien se dijo que estaba desesperado y aterrorizado por la perspectiva de un inminente juicio, supuestamente se suicidó cortando su propia garganta y cayendo a plomo desde un balcón a 6 metros de altura en la cárcel del condado de Los Ángeles. Su cómplice, Earl Kugel, se declaró culpable y fue condenado a veinte años en una prisión federal, donde él posteriormente fue asesinado por otro presidiario.
Quizás el ejemplo más pronunciado de tales tácticas de presión en EE.UU. es el caso de Fred Leuchter, cuya vida personal y carrera profesional fueron arruinadas a consecuencia de su decisivo examen forense de Auschwitz y Majdanek en Febrero de 1988.
Los abogados de Zündel a partir de entonces se pusieron en contacto con diversos funcionarios de prisiones en Estados Unidos con la esperanza de contar con el testimonio de un experto sobre el funcionamiento de cámaras de gas homicidas. William M. Armontrout, alcaide de la Penitenciaría del Estado de Missouri, contestó a la carta indagatoria de ellos el 13 de Enero de 1988, recomendando a Fred A. Leuchter como el experto más calificado en ese campo. En esa carta, Armontrout declaró:
Tengo considerable conocimiento en aquella área; sin embargo, sugiero que usted se ponga en contacto con el señor Fred A. Leuchter. El señor Leuchter es un ingeniero especializado en cámaras de gas y ejecuciones. Él está bien versado en todas las áreas y es el único asesor en Estados Unidos que conozco.
Cuando más tarde se le pidió explicar por qué él decidió hacerse cargo de lo que se le pedía, Leuchter declaró:
Declaré en Canadá por dos motivos: Primero, dicho proceso judicial era una cuestión de libertad de expresión y libertad de creencia. Como un estadounidense, uno que apoya la Declaración de Derechos, creo que el señor Zündel tiene el derecho de creer y decir lo que quiera. Yo tengo ese derecho en Estados Unidos. En segundo lugar, el señor Zündel no estaba siendo procesado por un delito de menor cuantía. Éste era un crimen principal. Él podría haber afrontado hasta 25 años en prisión por imprimir un documento que declaraba que no hubo ninguna cámara de gas en Auschwitz. Creo que cualquier hombre, no importa lo que él haya hecho, tiene derecho a un proceso justo y a la mejor defensa posible que él pueda reunir. Yo, lamentablemente, era el único experto en el mundo que podía proporcionar aquella defensa. No había nadie más.
"el ùnico proveedor comercial de la nación de equipamiento para ejecuciones... Un ingeniero entrenado y capacitado, él es versado en todos los tipos de equipamiento para ejecuciones. Él hace máquinas de inyección letal, cámaras de gas, y horcas, así como sistemas de electrocución...".
Un artículo de cinco páginas en el New York Times (el 13 de Octubre de 1990), describió a Leuchter como el pricipal consejero nacional en el tema de la pena de muerte.
En su libro America’s Capital Punishment Industry (La Industria de la Pena de Muerte de Estados Unidos), el director de cine y escritor Stephen Trombley confirma el hecho de que Fred Leuchter es:
"El más importante proveedor en EE.UU. de instrumental de ejecución. Sus productos incluyen sillas eléctricas, cámaras de gas, horcas, y máquinas de inyección letal. Él ofrece el diseño, la construcción, la instalación, el entrenamiento del personal y el mantenimiento"
A pesar de sus logros, o quizás debido a ellos, Leuchter fue puesto en la mira para la difamación pública, estigmatizado, expulsado de su casa, despojado de su propiedad y negado su derecho fundamental a la "vida, libertad y búsqueda de la felicidad". De hecho, ningún estadounidense en la memoria reciente ha sido tan vilipendiado como Fred Leuchter, simplemente debido a que, tras completar su investigación de las presuntas cámaras de gas en Auschwitz, concluyó que las instalaciones probablemente no podían haber sido usadas como cámaras de gas homicidas.
Leuchter presentó muestras tomadas de las supuestas cámaras de gas de Auschwitz, Birkenau y Majdanek a Alpha Analytical Laboratories, un importante laboratorio forense de Massachusetts a fin de examinarlas en búsqueda de residuos de cianuro. Las muestras fueron analizadas para determinar el contenido total de hierro y de cianuro. Cada muestra recibió un número de identificación. Los resultados de las pruebas fueron alarmantes, ya que ellos revelaron poca o ninguna presencia real de compuestos de cianuro en la mayor parte de las muestras presentadas.
Después de recibir los resultados de la prueba, Leuchter preparó una monografía, conocida a partir de entonces como el Informe Leuchter, que combinaba su conocimiento personal de las instalaciones de cámara de gas y su funcionamiento en Estados Unidos, con la información que él había recolectado tras su inspección local de Auschwitz, Birkenau y Majdanek.
En la opinión profesional de Leuchter, las instalaciones supuestamente usadas para gasear a más de un millón de personas en Auschwitz, eran toscas, ineficaces, rudimentarias e inseguras.
Las conclusiones de Leuchter fueron confirmadas más tarde por diversos investigadores independientes, como el ingeniero profesional Walter Lüftl de Austria, y Germar Rudolf, antes asociado con el prestigioso Instituto Max Planckde Alemania.
El doctor William B. Lindsey, un químico estadounidense jubilado que había sido empleado durante 33 años por la DuPont Corporation, realmente anticipó el testimonio de Leuchter en el primer proceso judicial de Zündel en 1985. Basado en su propia investigación del sitio en Auschwitz, Lindsey declaró bajo juramento:
He llegado a la conclusión de que nadie fue voluntariamente o a propósito muerto con Zyklon-B de esa manera. Lo considero absolutamente imposible.
Un posterior examen conducido por el Instituto Forense de Cracovia a petición del Museo Principal de Auschwitz y llevado a cabo en Septiembre de 1990, llegó a conclusiones paralelas a las contenidas en el Informe Leuchter. Este hecho es especialmente pertinente ya que su informe fue aparentemente emprendido para refutar las conclusiones de Leuchter.
Con el juicio a Zündel detrás de él, el primer pensamiento de Leuchter fue retornar a su profesión normal y seguir con sus negocios como de costumbre. Sin que Leuchter lo supiera, su vida iba a ser cambiada para siempre. La "indiscreción" de Leuchter había puesto en movimiento poderosas fuerzas determinadas a desacreditar no sólo sus conclusiones en cuanto a Auschwitz, sino a desacreditar al hombre mismo y a arruinar su vida.
Fred Leuchter más tarde comentó:
«Como yo era algo ingenuo entonces, no estaba consciente de que por testificar yo estaba ofendiendo a la comunidad judía mundial organizada. Proporcionando la prueba final y definitiva de que no hubo ninguna ejecución en cámaras de gas utilizadas para objetivos genocidas por los alemanes en esos campos del tiempo de la guerra, establecí el hecho simple de que la historia del "Holocausto" no es verdadera. Lo que yo no sabía era que cualquiera que expresara tales creencias es culpable de un crimen capital: el de pensar y decir la verdad indecible sobre la mayor mentira de nuestra época.
«Yo tendría que pagar por ese crimen. Mientras inocentemente dije la verdad en Toronto, se hicieron planes, y posteriormente fueron puestos en práctica, para un importante esfuerzo para destruírme. Si yo pudiera ser destruído y desacreditado ése era el razonamiento nadie aceptaría mis conclusiones profesionales, no importa cuán verídicas fueran.
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