Miles de personas han sido condenadas por violar las leyes europeas de negación, y languidecen actualmente en calabozos europeos. Los casos procesados bajo esas leyes no pueden cuestionarse, aun cuando las personas condenadas fueran pacifistas y nunca hubieran propuesto la violencia, sino que simplemente expresaron su opinión. En el caso de científicos, artistas, cantantes o escritores condenados por dicho delito, sus hogares y negocios son asaltados y sus obras son destruídas por el Estado.
Casi todos los procesamientos por la censura han ocurrido en relación a lo que "ellos " llaman el revisionismo, simplemente el cuestionar algún aspecto, el re-análisis de los datos, el expresar una teoría inconformista o el intento de revisar alguna estadística perteneciente a dicho tema es puesto bajo la categoría de "negación del Holocausto".
Haber escrito sobre un acontecimiento histórico particular de una manera equilibrada es un delito que puede enviar a un revisionista aficionado a la cárcel, el cual a menudo cumplirá una condena más larga que un pervertidor de menores o un violador en serie.
Comenzando con la "re-educación" al final de la guerra, Alemania ha continuado la estricta censura impuesta por los ocupantes, incluso hoy, los libros, las canciones y los símbolos "nacionalistas" son ilegales incluso en privado.
Peor aún, la definición de negación está siendo ampliada, y es definida hoy como negación explícita y negación atenuada, incluyéndose en esta última categoría la discusión de la campaña Aliada de bombardeos contra Alemania así como acerca de las expulsiones de civiles alemanes étnicos después de la guerra. Incluso escritores liberales muy críticos del Tercer Reich han sido difamados como negadores atenuados cuando ellos salieron con libros que hablaban de la enorme cifra de víctimas del bombardeo Aliado sobre los civiles alemanes durante la guerra.
Los canadienses también están pagando ahora el precio por ejercer su derecho a la libre expresión. Su Ley de Derechos Humanos garantiza los derechos y las libertades dispuestos en ella, sujetos sólo a los límites razonables prescritos según la ley, como pueden ser manifiestamente justificados en una sociedad libre y democrática, y esto ha sido interpretado por los tribunales canadienses y por la Comisión de Derechos Humanos en una manera tal que hace de su garantía constitucional de la libre expresión algo más o menos sin sentido cuando se la compara a otros derechos e intereses colectivos. Es completamente inútil para la protección de la libre expresión cuando aquella manifestación pudiera ofender a alguien, ya que ello se convierte en un insulto dentro de un discurso de odio. La Ley establece: La libertad de expresión deja de ser una característica fundamental de los valores democráticos cuando se convierte en un vehículo para la promoción del odio. Exactamente cómo es definido el odio es dejado a los tribunales, los burócratas, los grupos especiales de presión, los paneles de expertos y los políticos. Los libros y videos de una naturaleza ofensiva son destruídos, y dicho material cuando es encontrado por los guardias de las aduanas canadienses en la frontera con Estados Unidos es destruído.
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