Fuente: Joseph G. Stano. 1997
Esto presentó varios problemas:
En primer lugar, Estados Unidos ejecutó a más de 450 alemanes, "En nombre de Estados Unidos y del pueblo estadounidense". Muchos de aquéllos fueron ejecutados por hacer funcionar campos de exterminio y cámaras de gas en Europa Occidental y Alemania, ¡donde éstas no existieron! Por no decir algo peor, ésta es una página bastante deshonrosa para añadir a la historia de una nación EE.UU. que profesa creer en la justicia.
Segundo problema: Cinco de los ficticios seis millones habían sido repartidos entre todos los campos en Europa Occidental y Alemania, con sólo un millón asignado a campos detrás de la Cortina de Hierro en Polonia.
O, en aritmética orweliana: ¡seis menos cinco es igual a seis! De la noche a la mañana, Auschwitz fue desde casi un millón a cuatro millones y medio, un hecho bastante asombroso que la totalidad de los medios noticiosos estadounidenses encontró que era no digno de interés periodístico, como lo sería una declaración de los holocaustistas de que el mundo es plano y que la Luna es un queso verde.
George Orwell llamó a este ejercicio de los holocaustistas Negro-Blanco, es decir, la capacidad de afirmar impúdicamente que negro es blanco, en contradicción con los hechos claros.
Los holocaustistas profesionales se indignaron y exigieron que el prestigioso Instituto de Investigación Forense de Cracovia, en Polonia, repitiera las mismas pruebas y demostrara que el señor Leuchter estaba equivocado. El jefe del Instituto condujo el equipo de científicos que tomaron muestras de los mismos sitios que Leuchter, y ellos consiguieron exactamente los mismos resultados: ¡ninguna cámara de gas! De parte de los Klarsfeld, antes locuaces y exigentes: ¡Silencio!.
Ambos lados del asunto de las cámaras de gas consiguieron exactamente los mismos resultados científicos. Si viviéramos en un país libre donde la libertad de expresión y la libertad de prensa abundaran, el asunto de las cámaras de gas hubiera sido resuelto. Nuestra prensa libre sin ningún temor habría informado al público la verdad. En la tiranía de Oceanía, en el libro de Orwell, la verdad habría sido un crimen de pensamiento. En nuestra tiranía, la verdad es llamada "anti-semítica". En ambas tiranías los cobardes medios de información se encogen de terror.
Hemos ejecutado a gente basados en estos cuentos "no fiables", y expulsamos a gente mayor en base a esos cuentos "no fiables", gente cuyo único delito podría ser haber servido a su nación en el bando perdedor de la Segunda Guerra Mundial, o haber luchado contra los esfuerzos de la aplanadora soviética para invadir Europa. Más desgracia y deshonra para nuestra desafortunada nación.
Al final, el director polaco del Museo del "Holocausto" en Auschwitz ha admitido algo que los científicos y los investigadores ya habían sabido durante muchos años: que la infame "cámara de gas" mostrada a los turistas en Auschwitz es un completo fraude. Fue creada a partir de una morgue existente, para todos los turistas judíos que exigían ver una "cámara de gas".
El infame "campo de exterminio" de Auschwitz y todos sus estrafalarios horrores específicamente creados para el comercio turístico terminarán como una especie de "Disneylandia de los Condenados", donde los turistas judíos pueden revolcarse en un puro Hollywood y llamarlo Historia.
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