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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Venganza sionista..



El 15 de Abril de 1946 casi un año después de finalizada la guerra un grupo de judíos del Este europeo afincados en Alemania, con la complicidad de un grupo de soldados judíos norteamericanos envenenó el pan de cerca de 12.000 prisioneros de guerra germanos con arsénico de los cuales morirían unos 1000. 



Un aspecto poco conocido de las atrocidades cometidas en la SGM es el de la venganza que distintos núcleos judíos de inspiración sionista llevaron a cabo en Alemania y Austria al finalizar el conflicto, contra población civil y prisioneros de guerra germanos.



Michael Bar-Zohar, un judío israelí, escribió en 1967 un libro titulado "The Avengers", Los Vengadores, en el cual desvela las increíbles atrocidades cometidas por judíos contra alemanes, indistintamente si se tratasen de civiles o de prisioneros de guerra, en el período inmediato de postguerra. Bar-Zohar explica cómo las autoridades militares norteamericanas ocultaron los asesinatos en un intento de mantener en la ignorancia al conjunto de la población alemana.


En otro capítulo Bar-Zohar escribe sobre la Brigada Judía, una unidad militar adoptada por los británicos y compuesta por judíos de Palestina que luchó al lado de los Aliados en la SGM. La Jewish Brigade entró en Austria y Alemania inmediatamente después de la guerra. Con candor, el autor describe la aberrante felicidad sentida por estos judíos palestinos al atravesar la frontera austríaca y sentirse ya en tierra germana, fantaseando sobre lo que podrían hacer a continuación. Básicamente, son palabras textuales soñaban con asesinar civiles alemanes a sangre fría y con violar muchachas germanas.



También al final de la guerra, activistas judíos, partisanos y guerrilleros se unieron para formar el más significativo grupo de vengadores. Antes estaban separados por diferentes ideologías, ahora unidos por el legado de los millones de víctimas. Beshalel Mihaeli era uno de sus miembros. Antes de ver morir a su padre, le prometió que sobreviviría para llevar a cabo su particular venganza contra los verdugos. 

En Lublin, la primera ciudad polaca liberada, establece contacto con otros judíos que ya han cometido actos de venganza. En el número 55 de la calle Fisinskigo comparten ideales, deseos de venganza y sus pocas pertenencias. El nuevo equipo decide dividir sus operaciones en dos fases:

-La primera, identificar a los judíos que aún quedan vivos en Europa y ayudarles a llegar hasta Palestina.

-La segunda, ejecutar la venganza.

Abba Kovner



Ésta debía tener la misma magnitud que el asesinato llevado a cabo por los alemanes. El líder de la nueva unidad es Abba Kovner, un poeta y antiguo partisano en Vilna.1 En Bucarest, la capital de Rumania, se deciden dos actos de venganza: el plan A, que consistiría en el envenenamiento del agua de varias ciudades alemanas; y el plan B, que se centraría en los prisioneros de las SS retenidos por los aliados en campos de prisioneros, envenenando el pan que se les proporciona.

Kovner precisa ayuda y por ello decide viajar a Palestina. El grupo necesita una buena cantidad de veneno para emponzoñar el agua de Núremberg, ciudad cuna del Partido Nazi, y de Hamburgo. El cuartel general del equipo se establece en París. Kovner revela sólo el plan A a tres altos oficiales del Haganah, que le niegan el apoyo. Los líderes de Palestina tienen ahora una prioridad distinta, la creación de un Estado judío. 

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El día de la venganza se pospone una y otra vez. Kovner habla finalmente con Haim Weizman, futuro primer presidente del Estado de Israel, al que sólo le expone el plan B. Éste le recomienda un químico. El 14 de diciembre de 1945, el jefe de los Vengadores viaja en un vapor rumbo a Francia. El veneno va en botes de leche condensada.



Poco antes de llegar a Tolón, cuatro de los cinco miembros del equipo son llamados ante el capitán. Mientras, el quinto se deshace del veneno arrojándolo por la borda. Los jefes deciden entonces llevar a cabo el plan B. En un campo de prisioneros cerca de Núremberg se concentran cerca de quince mil antiguos miembros de las SS. El pan, que se hace cada día en una panadería alemana, es el único alimento no suministrado por el ejército estadounidense. Tres de los Vengadores se hacen pasar por panaderos y consiguen trabajo en la panadería que suministra al campo. En París, un químico judío de Milán se dedica a fabricar el veneno, dos kilos de arsénico sin refinar.

El 13 de abril de 1946, Domingo de Pascua, los nokmin se ponen en movimiento. Durante toda la noche se dedican a untar con brochas el arsénico en los bollos de pan. Casi tres mil. Si a cada miembro de las SS se le entregaba un cuarto, suponía cuatro muertos por bollo o, lo que es lo mismo, doce mil muertos si se ingerían los tres mil.

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Al amanecer, el pan se entrega en el campo de prisioneros. El efecto del veneno comienza a extenderse por el campo de Núremberg. Equipos de médicos estadounidenses hacen todo lo posible para salvar la vida a los oficiales de las SS que han comido el pan. Miles están enfermos, aunque sólo unos pocos han fallecido. Los aliados jamás hicieron público el número de muertos, pero a los nokmin aquella operación les devolvió en cierta forma un honor perdido en los campos de la muerte nazis.

Cinco años después de esta operación y tan sólo tres después de la creación del Estado de Israel, David Ben-Gurion ordena la creación del Mossad, en marzo de 1951. La primera empresa de los nokmin del Mossad, herederos de los hombres de Abba Kovner, sería la . Tras el secuestro de Adolf Eichmann, que supuso el primer gran éxito para los servicios de inteligencia israelíes, Ben-Gurion ordenaría a su nuevo memuneh, Meir Amit (1963-68 ), la creación de una unidad que sólo podría ser y por el primer ministro. 



El propio Amit, que bautizaría a la unidad como Kidon o Bayoneta, estableció la norma básica para sus actuaciones: 

«No habrá matanzas de líderes políticos; éstos deben ser tratados por medios políticos. No se matará a la familia de los terroristas; si sus miembros se interponen en el camino, ése no es nuestro problema. Cada ejecución tiene que ser autorizada por el primer ministro del momento. Y todo debe hacerse según el reglamento. Hay que redactar un acta de la decisión tomada. Todo limpio y claro. Nuestras acciones no deben ser vistas como crímenes patrocinados por el Estado, sino como la última acción judicial que el Estado puede ofrecer. No debemos ser diferentes del verdugo o de cualquier ejecutor legalmente nombrado».

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