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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Los Seis Planes Genocidas contra la Nación Alemana

La mayor parte de este texto es del libro "Adiós Europa", publicado en castellano en España en 2005, del investigador y pensador austriaco Gerd Honsik.
La actual inmigración multicultural fue puesta en escena, no por amor, como muchos pensarán, sino para fomentar el odio y, en consecuencia, la muy esperada división en la sociedad alemana.

1. Los Dictados de Versalles y St. Germain

Las potencias centrales de Alemania y Austria pactaron el fin de la Primera Guerra Mundial después de que el Presidente estadounidense Woodrow Wilson les prometiera el derecho a la auto-determinación, también llamada Democracia. 

Estas características, que Versalles comparte con otros «tratados de paz», consisten en la implantación de semillas de guerra, en la incondicionalidad del dictado y la democratización forzada.

Con la fe de que la creación de conflictos entre vecinos, o sea, la polarización, reforzaría el propio poder, se encendieron las mechas que crearon fronteras injustamente trazadas para conformar futuras hogueras. Semejantes conflictos debían debilitar al continente, a la vez que servían de excusa para futuras intervenciones militares.


2. El Plan Kaufmann


En 1941 el consejero del Presidente estadounidense Nathan Kaufmann desarrolló un plan satánico nunca visto por la Humanidad desde los tiempos delAntiguo Testamento. Ese plan pretendía la extinción del pueblo alemán mediante la esterilización de los ciudadanos masculinos. Miles de médicos estadounidenses debían extirpar los testículos a veinte millones de padres de familia, jóvenes y niños.


Este plan de anular a uno de los pueblos culturales más importantes del planeta por medio de la castración sólo tiene un leve precedente en el Antiguo Testamento: el rey David obsequió a su padre político con los prepucios de 200 filisteos como regalo de noviazgo (Samuel 18). El tan idealizado rey de los judíos, con cuyo nombre cientos de miles de cristianos son bautizados, se sirvió de la masculinidad de sus prisioneros como trofeos para jactarse de semejante hazaña.


El proyecto de extermino ideado por Kaufmann, planeado logísticamente por el Gobierno estadounidense hasta el último detalle, no se puede ver como una reacción al «Holocausto», ya que éste recién sucedió entre 1942 y 1944. Por el contrario, hay que indagar hasta qué punto el plan estadounidense de extermino de 1941 fue impulsor de los esfuerzos de guerra y precedente de la persecución de los ciudadanos judíos en Alemania.


3. El Plan Hooton


Harvard es el nombre del nido de incubación del genocidio: El 14 de Enero de 1943, la revista neoyorquina Peabody Magazine publicó un nuevo plan de genocidio del profesor Earnest Albert Hooton que proponía una «política de poblamiento como solución a la cuestión alemana». Su cometido era desarrollar una forma de genocidio que no fuera tan bestial como la del consejero Kaufmann pero que bastara para las metas bélicas.

Véase el "Plan Hooton" en Editorial Streicher: http://editorial-streicher.blogspot.com/2015/09/la-inmigracion-masiva-sentencia-de.html


En la serie de artículos «¿Deberiamos Matar a los Alemanes?», él da la menos sangrienta respuesta: «¡Eliminemos las predisposiciones bélicas de los alemanes por medio de la cría controlada!». Propone la esclavización de todos los varones alemanes: «Los padres de familia alemanes bajo ningún concepto deben volver con sus familias, tampoco después de la guerra». Ése era su plan: la separación de las familias para siempre y así poder frenar la reproducción y posibilitar la integración familiar de hombres extranjeros que reemplazasen a los propios varones. La inmigración se convierte en obligación.


La retención de los soldados alemanes incluso en la posguerra y su falsa definición como «prisioneros de guerra», corresponde a los fines del Plan Hooton, al igual que la actual inmigración forzada.


4. El Plan Morgenthau


Al igual que todos los planes genocidas estadounidenses posteriores a los tratados de Versalles, también el Plan Morgenthau fue elaborado a pedido del Presidente Roosevelt y por uno de sus consejeros pertenecientes a la minoría judía. Esta vez fue el ministro de Economía, y su nombre era Henry Morgenthau.


En su documento dice literalmente: «Alemania no será ocupada con el objetivo de su liberación sino como una nación vencida y enemiga. Destrucción de los ramos industriales fundamentales, partición en Estados alemanes del Norte y Sur, desmantelamiento de la zona industrial del Ruhr, la principal área industrial y su conversión a una zona internacional; los alemanes deben realizar trabajos forzosos en el extranjero».


El parecido con el Plan Hooton es obvio, pero sus consecuencias no son reconocibles a primera vista. Hay estadísticas que estiman que si esas ordenanzas se hubieran realizado durante diez años, hubieran llevado a la muerte por hambruna de veinte millones de alemanes.



5. La Mentira de la Liberación. Yalta, Casablanca, Potsdam


Dos mentiras son las que siempre se vuelven a escuchar cuando se habla de EE.UU. y Alemania: que en 1945 los estadounidenses «liberaron» a los alemanes, y que les llevaron la democracia. En realidad fueron a destruír Alemania y a abolir la democracia.


Ya en 1942 Estados Unidos había decidido acabar con la «hegemonía» de la música alemana. Al mismo tiempo, ya se había designado un grupo de colaboradores que manejarían el liderazgo de Alemania en caso del triunfo. En los primeros lugares de esa lista figuraba un confidente de Coudenhove-Kalergi y miembro del Movimiento Pan-Europa, cuyo nombre era Konrad Adenauer. Más tarde, y financiado por la CIA y la Banca Warburg, él iba a elaborar la propaganda de Europa.


A partir de entonces, EE.UU. fue responsable de todos los crímenes cometidos por la alianza liderada por ellos. Los crímenes de los Aliados fueron ordenados, forzados, tolerados o bien vistos por Estados Unidos, que los hizo posibles gracias a sus envíos de armas. Esos crímenes fueron:

• el bombardeo terrorista contra la población civil alemana;

• el asesinato de un millón de prisioneros de posguerra alemanes que murieron de hambrunas intencionadas en las praderas del Rhin;

• la expulsión de 15 millones de alemanes;

• la matanza de 3 millones de civiles en el mayor crimen de limpieza étnica;

• el embargo realizado al pueblo alemán después de la guerra y durante tres años, que llevó a la muerte por inanición a cinco millones de víctimas;

• la esclavización de los soldados alemanes como presos de posguerra;

• el robo de 165.000 kms² de tierra alemana, una tierra que originariamente fue ganada pacíficamente, mientras que cada metro de suelo israelí y estadounidense fue arrebatado por medio de genocidio, guerras e inmigración anticonstitucional;

• la transferencia de responsabilidad de la Europa oriental hacia la dictadura más sangrienta de la Historia mundial, es decir, el Imperio de Josef Stalin.


La expulsión de los alemanes después de la Segunda Guerra Mundial muchas veces se justificó, o por lo menos se explicó, en referencia a Lidice y Auschwitz. Sin embargo, esa justificación es errónea por varias razones. La expulsión de los alemanes de la región de los Sudetes, así como el bombardeo de la población civil, ya habían sido decididos en 1940, antes de las acusaciones por Lidice y Auschwitz, o sea, antes de los sucesos con los que se justificaron. Ese motivo para el plan criminal contra los alemanes todavía no existía cuando el plan fue elaborado. Recién la Historia contemporánea «informó» posteriormente sobre ello.


Los protocolos de las tres «conferencias de liberación» de Casablanca, Yalta y Potsdam, así como sus conclusiones, demuestran la convicción anti-democrática y genocida de los firmantes. La lucha contra el «nacionalsocialismo» sólo fue un pretexto. Si no, el asesinato y el uso de violencia hubieran sido ejercidos sólo contra los seguidores nacionalsocialistas.


6. El Plan Kalergi


Al igual que los proyectos del Presidente estadounidense, el Plan Kalergi aspira a la anulación del pueblo alemán, en el sentido cultural y racial. Sin embargo, aquí no se pretende llegar a la meta con violencia sanguinaria sino por el suave medio de la inmigración y las armas mentales de lo que se considera la «raza superior judía».


Con ayuda, primero, del «oro» es decir, dinero, segundo, de «tinta» es decir, el poder sobre los medios de comunicación, y tercero, de «pólvora» es decir, violencia armamentística, se debería constituír ese Imperio judío.


En cuanto al parecido de los dos planes de exterminio, es fácil determinar a su autor: el Plan Kalergi, que es dos décadas anterior a los planes del consejero presidencial, y que fue ejemplo para la elaboración de éstos, y no al revés. 


De cualquier manera, Kalergi desde siempre no sólo quiso incluír a los alemanes sino a todos los europeos en su maquinación de la lenta destrucción étnica. Pensaba que sólo a través del mestizaje en todo el continente iba a ser posible la creación de una raza sin carácter y fácilmente gobernable que se subordinara a la nobleza monetaria judía y que la mantuviera en el poder.

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