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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Relaciones Germano-Judías Antes del Reichskristallnacht

Antes de explicar cómo los acontecimientos que rodearon a la Noche de los Cristales difieren de lo que generalmente se cree, debo dar primero alguna información previa sobre los pacíficos años en Alemania después de que Hitler subió al poder en 1933. Cualquiera que esté consciente de la verdadera situación en Alemania durante la época del Tercer Reich reconoce que el episodio de la Noche de los Cristales fue algo completamente extraordinario. Se trató de una radical aberración del patrón normal de la vida diaria. Dicho arrebato no estaba de acuerdo ni con la política nacionalsocialista oficial con respecto a los judíos, ni con la actitud alemana general hacia ellos. Los alemanes no eran más anti-judíos que cualquier otro pueblo. De hecho, los judíos que tuvieron que dejar otros países europeos prefirieron Alemania como un lugar para vivir y trabajar.


Dentro del propio Partido Nacionalsocialista había dos distintas facciones anti-judías. Una era académica y la otra era popular. La facción académica estaba centrada alrededor del Instituto para el Estudio de la Cuestión Judía. Publicaba diversos diarios y daba conferencias a grupos cívicos y políticos. Sus actividades eran coherentes con la política de remover pacíficamente a los judíos de Alemania y restablecerlos en otra parte. La SS estaba totalmente comprometida con esa política y rechazaba el anti-judaísmo vulgar. La facción anti-judía popular trataba de influír en el sentimiento popular. El principal exponente de ese enfoque era Julius Streicher, que publicaba mensualmente el no oficial Der Stuermer. Usaba crudas caricaturas para retratar del modo más horrible a los judíos, en un esfuerzo para convencer a los lectores de que aquéllos eran tan malos como Satán. Durante años el lema "Los Judíos Son Nuestra Desgracia" apareció en la primera página de cada edición. El Stuermer a menudo empleaba medios inapropiados y poco dignos para establecer sus puntos.


El Nacionalsocialismo alemán básicamente consideraba a los judíos como extranjeros no-alemanes que habían demostrado ser destructivos para cualquier nación que les permitió dominar. Por lo tanto, el único modo de prevenir problemas adicionales era separar a los judíos de los alemanes. En otras palabras, ellos tenían que emigrar. En este punto los nacionalsocialistas y los sionistas estaban en pleno acuerdo. Aunque los judíos componían menos del 1% de la población alemana total en 1933, ellos tenían poder e influencia en las finanzas, los negocios, los asuntos culturales y la vida científica fuera de toda proporción en relación a su pequeña cantidad. La influencia judía era muy ampliamente considerada como dañina para la recuperación alemana después de la Primera Guerra Mundial. Ninguna medida legal fue tomada contra los judíos en Alemania sino hasta después de la "Declaración de Guerra" del judaísmo internacional contra Alemania, como fue anunciada, por ejemplo, en la primera página del Daily Express de Londres el 24 de Marzo de 1933. Esa "declaración" tomó la forma de un boicot mundial contra los bienes alemanes. Una semana más tarde en todas partes de Alemania había un boicot oficialmente sancionado de tiendas y almacenes judíos. Esa acción fue en respuesta directa al boicot judío internacional de bienes alemanes ya en efecto.


Sin embargo, la respuesta alemana fue un asunto bastante absurdo y fue por lo tanto limitado a un solo día, el 1º de Abril de 1933. Hitler y Goebbels en privado reconocieron que el contra-boicot alemán era un fracaso y sólo pondría a la gente en contra del nuevo gobierno. Además, esa acción de un solo día ocurrió en sábado, el día de descanso judío.


Los judíos religiosos sintieron un malévolo placer por la incomodidad de los judíos que normalmente mantenían abiertas sus tiendas los sábados y que se vieron, en efecto, obligados entonces por el gobierno a obedecer la ley judía contra trabajar el día de descanso. El régimen nacionalsocialista a partir de entonces procuró disminuír la influencia y el poder de los judíos por medios estrictamente legales. La primera ley alemana que podría ser considerada anti-judía databa del 7 de Abril de 1933. Aunque el estatus legal de los judíos fue restringido, todo y cada judío sabía cuáles eran sus derechos legales y a lo que él todavía tenía derecho. No había ningún secreto o medidas extra-legales contra los judíos.


Irónicamente, fue precisamente la política oficial de discriminación contra los judíos la que redujo la eficacia de la propaganda anti-semítica a casi nada. Los alemanes son gente generalmente imparcial. Cuando los alemanes vieron a sus vecinos judíos ser tratados injustamente, ellos consideraron aquello mucho peor que los peligros que los judíos supuestamente representaban simplemente por ser judíos. Además, los ejemplos de la criminalidad y la perversión judías descritas en el Stuermer eran ampliamente consideradas como excepciones al comportamiento judío normal.


El alemán promedio estaba convencido de que los judíos que él conocía personalmente eran completamente diferentes de los tipos criminales a veces descritos en los periódicos. En mi ciudad natal de Berlín la mayor parte de los médicos y abogados eran todavía judíos. E incluso el funcionario de salud pública para niños en el distrito de Berlín donde mi familia vivía era un judío que conservó ese trabajo durante toda la guerra. Todavía recuerdo un día cuando mi madre volvió de ver a su médico judío. Ella nos dijo que ella no había podido verlo porque él ya no estaba allí. Él había sido removido y llevado de allí la noche anterior. Mi madre estaba muy disgustada. Una muchedumbre de gente se había congregado fuera de la casa de él. Todos ellos estaban sorprendidos, y hablaron de la injusticia de esa medida muy abiertamente. Mis padres más tarde hablaron de lo que había sucedido, y ambos estuvieron de acuerdo en que dicho médico nunca realmente había hecho algo malo. Su reacción fue típica. Unos días más tarde nuestro pediatra de familia, que era también judío, fue igualmente removido.


En ese entonces yo no sabía lo que significaba ser removido. Fue sólo muchos años después de la guerra, cuando comencé a leer la literatura del "Holocausto", que aprendí que lo que yo suponía que era ser removido significaba la deportación lejos a un campo de concentración y la muerte probable. Pero, como tantos miles de otras, esas dos familias de médicos no fueron exterminadas. Un día de verano en 1973, mientras caminaba por las calles del barrio alemán en Tel-Aviv, encontré placas con los nombres de ambos médicos en las puertas de dos casas. Inmediatamente traté de visitarlos, y averigüé que ambas familias habían emigrado a Palestina en 1939. Aunque uno de ellos había muerto mientras tanto en Israel, yo fui capaz de hablar con el otro. Él recordaba a mi padre muy bien y explicó que cuando él y su familia fueron detenidos, fueron llevados a un campo y se les dio la opción de firmar un documento declarando su intención de emigrar de Alemania, o ser llevados a un campo de trabajo. Él y su familia decidieron emigrar. De hecho, la mayor parte de los judíos alemanes sobrevivieron perfectamente bien a las medidas anti-judías. Eso no significa que aquellas medidas no fueran injustas para los judíos individuales, pero ellos podían por lo general lograr vivir con ellas.

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