Cuando el Nacionalsocialismo llegó al Poder en Alemania en el año 1933, se encontró con dos problemas capitales de mucha gravedad, que afectaban directamente a las posibilidades vitales del pueblo. El primero era el de la estructura de la población con relación a la edad de los individuos que la componían; el segundo era el de una ruina económica sin precedentes, cuyas manifestaciones más visibles eran la desvalorización del capital ahorrado y un ejército inmenso de parados.
La ruina económica fue, sin duda alguna, la consecuencia del Dictado de Versalles y de los pagos al enemigo por reparaciones, calculados a base de cifras astronómicas. La estructura de edades del pueblo alemán empezó a llamar la atención de los políticos demográficos ya antes de la Guerra Mundial, perro también ella experimentó en medida inesperada la perniciosa influencia de la pérdida de sangre causada por la guerra y de la desesperación de la postguerra.
En el año 1910 la cifra de ciudadanos de 65 años para arriba importaba el 4,39 % de la población total, mientras que en el año 1934 esta cifra se había elevado a 7,3 % y seguirá aumentando aún en los próximos decenios, a pesar de toda la política demográfica del Nacionalsocialismo, debido al reducido número de nacimientos durante los años de la guerra y postguerra.Ambos hechos, la estructura de edades y la miseria económica que tiene que repercutir siempre mucho mas hondamente sobre los ancianos y los débiles, incapaces ya de trabajar, motivaron que el problema del seguro de vejez adquiriera cada día mayor importancia en la Alemania de postguerra.
La necesidad de un arreglo general se hacía más urgente cada año.Muchas generaciones habían proyectado ya posibilidades para la solución del problema, pues el anhelo de una vejez asegurada está arraigado profundamente en el alma de todo el pueblo. Ya en la Edad Media se hicieron los primeros tanteos para su realización, tanteos que fueron a la vez las primeras formas de la previsión social. Las asociaciones religiosas fundaron hospitales para ancianos y casas de inválidos, y los gremios crearon instituciones análogas para sus artesanos ancianos; los reyes prusianos construyeron casas de inválidos para sus veteranos, y las ciudades, hospitales para sus ciudadanos inválidos.
El que recorre hoy Alemania, encuentra estos primeros testigos de labor social todavía en las ciudades hanseáticas, orgullosas de su comunidad ciudadana, como en Luebeck el célebre edificio medieval del Hospital del Espíritu Santo, por cuyo gótico portal ha pasado cual perennal torrente la interminable legión de los ciudadanos viejos e inválidos durante muchos siglos, hasta el día de hoy.Mas todos éstos eran solo recursos nacidos de la necesidad perentoria y de la conciencia humana en sus múltiples manifestaciones. El anhelo de millones quedó también sin cumplir cuando el segundo Imperio, por sentimientos puramente alemanes, creó su ejemplar seguro social para obreros y mas adelante igualmente para empleados.
Hasta que un día, después de la Guerra Mundial, en los tiempos de mayor miseria y desesperación, se inscribió modestamente, sin que se advirtiera apenas al principio, en el programa de un partido, la frase: Queremos un desarrollo importante para la previsión social para la vejez en provecho de todo el pueblo. Esta frase estaba destinada a hacer historia, pues llegó a ser el punto 15 del programa del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista y ha llegado a ser, hace ya tiempo, programa del Estado. Las medidas tomadas entretanto para su realización, han hecho de la nueva Alemania el primer país del mundo que no se ha conformado con la parte teórica, sino que ha llevado a la práctica resueltamente la previsión social para la vejez.
AYUDA HUMANA PARA TODOS
Los objetos de esta ayuda son en primer término, naturalmente, personas ancianas y débiles. Todo esto sucede en el círculo de un solo Grupo Local. En el Distrito de los Sudetes, en el que se ha procedido con todo celo al desenvolvimiento de estas acciones voluntarias de socorro, no existe hoy persona alguna, joven o vieja, que no reciba auxilio inmediato en cuanto lo necesita. También en Renania está muy organizada hoy esta clase de Labor Social del Frente.
Un rico material de ilustración sobre la beneficencia meramente humanitaria de la Previsión Nacionalsocialista lo ofreció la reincorporación de los alemanes de los Países Bálticos y de Wolinia. Entre ellos había, naturalmente, numerosos enfermos, débiles y ancianos; especialmente entre los alemanes de los Países Bálticos era relativamente elevado el tanto por ciento de ancianos, porque los hombres jóvenes y robustos hacía ya tiempo que habían vuelto a la patria alemana.
Todos estos alemanes ancianos y achacosos reconocieron con gratitud que las mujeres alemanas de la Previsión Nacionalsocialista, que había puesto a disposición todo el aparato, les atendieron con verdadero espíritu de sacrificio, hasta restablecerles las fuerzas, alojándolos luego en Alemania en asilos de ancianos en condiciones tan buenas que pronto pudieron proseguir su vida acostumbrada en la recobrada patria.En Bélgica sucedió lo mismo en el verano de guerra de 1940.
Nuevamente intervino la Previsión Nacionalsocialista con sus grandes acciones de socorro, y de nuevo ayudaron las mujeres nacionalsocialistas a volver a sus lugares y a establecerse nuevamente en ellos a las desdichadas víctimas de la guerra, entre las que se encontraban principalmente mujeres y ancianos ya incapaces de empuñar las armas.Esta obra de socorro a favor de belgas y franceses es seguramente un ejemplo muy digno de atención en medio de una grande y despiadada guerra.
SEGURO SOCIAL PARA 60 MILLONES DE ALEMANES
La previsión Nacionalsocialista con sus múltiples misiones es, sin duda alguna, la obra social voluntaria más grande que conoce la historia. Es la expresión mas pura del sentimiento de comunidad nacionalsocialista, tanto mas importante por el hecho de intervenir como auxilio adicional a otras instituciones sociales existentes.Pero el verdadero objetivo va mucho mas lejos. No es la previsión social, sino el retiro de vejez en el sentido del Programa del Partido, que no es un concepto de la beneficencia, sino un derecho.
Hacia este objetivo conducen varios caminos utilizados por los diferentes pueblos.Hace ya 50 años, Alemania se decidió clara y conscientemente por el camino del seguro social, por ser éste el que más concuerda con el carácter alemán. El alemán no quiere que el Estado le quite la preocupación por la vejez, así como envía a una persona al asilo de pobres: su orgullo le induce a trabajar activamente, mientras, es capaz de ello, en asegurar su existencia en los tiempos de la invalidez o de la vejez, ahorrando una parte de su sueldo o jornal.
La intervención del Estado se limita a garantizar este derecho y a obligar a todos a la colaboración, lo que, dadas las muchas debilidades humanas, no se puede alcanzar sin el seguro obligatorio.Cuando el Nacionalsocialismo empezó su obra de reconstrucción, se encontraban como grandes columnas del seguro alemán sobre la vejez el seguro contra la invalidez de los obreros, el seguro de los empleados y el seguro de los mineros, que comprende todos los que trabajan en la minería, así como los seguros contra enfermedad y accidentes.
Algunas cifras bastarán para demostrar la importancia de estas instituciones sociales en Alemania. Según las últimas estadísticas publicadas, de los 68 millones de habitantes del antiguo Reich empequeñecido por el Tratado de Versalles, disfrutaban de los beneficios del seguro social no menos del 75 % o sea 51 millones de personas. En la Gran Alemania son hoy unos 60 millones los asegurados. 26 millones estaban asegurados sobre renta de vejez solamente en los tres grandes grupos citados; 5 millones recibían sus rentas.Los ingresos de seguros de inválidos, empleados y mineros pasaron en el año 1938 por primera vez de los cinco mil millones y en el año 1939 llegaron a los seis mil millones. La nueva Alemania ha establecido leyes a favor de estos seguros sociales, como base de la previsión alemana de la vejez.
En el año 1934 se estableció una ley sobre la estructura de los seguros sociales estrechando mas la relación entre las diferentes ramas de estas instituciones, para que se ayudaran a sostenerse mutuamente. En 1937 realizó el Reich un amplio saneamiento de los institutos, muy afectados por las repercusiones de la Guerra Mundial, y mediante una ley sobre los seguros de rentas estableció la garantía de la estabilidad del seguro de inválidos y empleados.
Los importes aportados anualmente por el Reich como subvenciones, son muy considerables; en 1938 se elevaron a 580 millones de marcos.Las instituciones, cuya situación fue muy precaria hasta 1933, pudieron registrar considerables reservas ya en el primer lustro de la labor nacionalsocialista.
Para el que solo cree en números diremos que estas reservas fueron de 1.830 millones de marcos en el seguro de invalidez y 1.500 millones de marcos en el menos importante seguro de empleados.Ante esta importancia del seguro alemán de la invalidez, no puede sorprender que el mismo haya servido de ejemplo al mundo. Inglaterra, Francia y Suiza, crearon ya antes de la guerra instituciones análogas; el ejemplo alemán tuvo influjo inmediato sobre Italia, Hungría, España, Bélgica, Holanda, Rumanía y también sobre la Rusia Soviética.
LA TRAGEDIA DEL PEQUEÑO RENTISTA
Una forma social nacida del desenvolvimiento de la postguerra, es la pensión del pequeño rentista, que ha llegado a ser un importante problema parcial del seguro alemán de la vejez y representa una reglamentación extraordinaria para aquellos ciudadanos a quienes la inflación privó del fruto del trabajo de su vida. Los objetos de esta previsión social son, en el verdadero sentido de la palabra, las víctimas del Dictado de Versalles de 1919, que originó muchos millares de tragedias humanas.
Estas laboriosas personas, que un día fueron casi todas independientes como artesanos y pequeños comerciantes, han sido separados con intención de la Previsión Social General.Continuamente encontramos en Alemania estas personas engañadas en la paz y la dicha de la vejez.
Ahí bajo de toda la vida en su mantequería y quesería había conseguido ahorrar 100.000 marcos oro, a costa de una vida modesta, y quería empezar precisamente a disfrutar de ellos con su mujer, la fiel camarada en la dura lucha de la vida, cuando irrumpió sobre él la inflación como una tormenta. El uno tenía hipotecas, el otro, papeles del Estado.
De repente perdieron todo su valor, y cuando las aguas de la inflación se retiraron por fin, había salvado 25.000 marcos escasos, de modo que ya no podía vivir de las rentas. Tuvo que comer el amargo pan de la beneficencia pública: había llegado a ser uno de los muchos pobres. El Reich se ha impuesto la obligación de dedicar una subvención extraordinaria a estos viejos, desde 1938 disfrutan de ella los rentistas, a los que proporciona un sensible aumento de los ingresos. Había entonces aún 176.000 pequeños rentistas de esta clase en el antiguo Reich.
NINGUNA CIUDAD SIN ASILOS DE ANCIANOS
Muchos suelen estar aún en sus antiguos pisos, demasiado grandes para sus necesidades y cuyo alquiler es una carga para ellos. Por eso se ha intensificado la construcción de asilos para rentistas ancianos, donde pueden vivir económicamente, en medio de sus propios muebles. Hoy no existe en Alemania casi ninguna ciudad en la que no se encuentre un asilo de esta clase. La ciudad de Cottbus, como muchas otras, ofrece un interesante ejemplo de la ayuda que representan estos asilos para los ancianos. En uno de sus nuevos asilos de ancianos viven 84 inquilinos.
Los rentistas pagaban en sus antiguos pisos 27,30 marcos de alquiler por mes y término medio, en el asilo, en cambio, solo 12,60 marcos. Al mismo tiempo se benefició la ciudad de los 84 pisos con 245 habitaciones para gente joven que se quería casar y fundar una familia.Una ojeada por Alemania muestra a todo observador que los asilos de ancianos desempeñan hoy un papel importante en la asistencia a la vejez. Se ven asilos para ancianos sanos y asilos especiales para ancianos achacosos en los que disfrutan éstos de la necesaria asistencia.
La capital del Reich, que entre sus mas de cuatro millones de habitantes contaba en 1940 mas de 650.000 ancianos de mas de 65 años, emprendió en 1939 una gran acción para el desarrollo de sus asilos de ancianos. Por ahora construye cinco nuevos asilos en los que tendrán alojamiento 1.200 personas. Sorprende siempre comprobar las comodidades que ofrecen estos modernos asilos. En las afueras de la capital, que todavía están en contacto con la naturaleza, se han construido estos asilos según el sistema de pabellones, en los que los ancianos no tienen que vivir demasiado cerca los unos de los otros, no necesitan subir escaleras y tienen su pequeño jardín.
En la ciudad ésto no es posible, desde luego, pero tampoco necesita aquí nadie subir escaleras, porque estos asilos tienen sus ascensores; además están provistos de salas de reunión y cuartos de baño. Huelga decir que no falta la radio. Asilos hermosísimos encontramos en la capital del Movimiento Nacionalsocialista, en la alegre Munich, en Stuttgart, con sus colinas y soberbios panoramas; en Cassel, Kiel y Magdeburgo. Hacia el Sur han encontrado a veces sus placenteros sitios dentro de los románticos viejos muros de antiguos conventos y palacios.
Las asociaciones religiosas mantienen en el Reich unos 1.000 asilos de ancianos e inválidos de esta clase, de los que ningún visitante sale sin la profunda impresión que produce en él la asistencia espiritual y corporal de que disfrutan en ellos los ancianos.Como se ve, ya la antigua Alemania trabajó de muchas maneras en la solución del problema y sobre estos cimientos ha empezado la Alemania Nacionalsocialista a llevar a la realización la gran misión que se ha impuesto.
EL LABRADOR ANCIANO Y LA NUEVA ALEMANIA
Interesará a todo gremio y seguramente a la mayoría de las personas, en todos los países, el seguir de cerca este desarrollo realizado en Alemania. En labor metódica, va abarcando la Previsión de la vejez un oficio tras el otro y finalmente le llega también el turno a labrador, que en la nueva Alemania ha recobrado todos sus antiguos derechos, problema éste ante el cual no ha podido pasar de largo el Nacionalsocialismo.
El retiro campesino, se ha dicho, es como costumbre tan viejo como la tierra misma y en la vida germana ha desempeñado siempre un papel especial, de conformidad con el aprecio que merecía el trabajo campesino.Ya el romano Tácito informaba que para los germanos (en oposición a los romanos de entonces) sus viejos no representaban ninguna carga, pues en el thing y en la comunidad de alimentación de la economía de la granja les era transferida mas bien una misión importante. Eran considerados como dignos portadores de la tradición y eran objeto de particular veneración.
Cuando mayor el círculo de la familia, así comprobó Tácito, tanto mas amable era para ellos la vejez. En esta comprobación podemos ver el origen racial de toda asistencia social alemana a la vejez. Mas tarde la llamada relación del campesino anciano retirado, que cedía en vida su propiedad a sus herederos y vivía alternativamente en las casas de sus herederos más próximos, llegó a ser patrimonio general nórdico-germánico y se encontraba tanto en Escandinavia como en Alemania. Durante siglos se realizaron sin cesar esfuerzos para asegurar al campesino una vida conveniente en la vejez, sin amenaza para la economía de la propiedad.
Cuando luego se promulgó en Alemania la Ley del Reich sobre le Patrimonio Familiar, que fija las condiciones para la dirección y la herencia de una propiedad rústica de mediana importancia, se creyó poder prescindir de una reglamentación especial del retiro campesino, porque, según la costumbre alemana, se consideraba natural que el beneficiario del retiro campesino pueda exigir en la finca el alojamiento correspondiente a sus condiciones.
El que estudia administración de justicia de los tribunales de herederos principales, en Alemania, puede comprobar que el contrato de transferencia a los herederos de la finca tiene pocas perspectivas de ser autorizado, si no está bien definida la cuestión del retiro campesino. Esta garantía de la previsión de la vejez del campesino por una institución oficial imparcial, es considerada en la literatura especial no solamente en la alemana como una de las más grandes hazañas de la política campesina nacionalsocialista.
Paso a paso se ha producido el desarrollo aquí descrito, siempre con la mirada puesta en el objetivo principal. En esto está precisamente todo el secreto de los contundentes éxitos del Nacionalsocialismo en todos los dominios de la vida, en que la dirección ataca a un problema por sus diferentes partes, pero sin conformarse jamás con una solución parcial o con un compromiso, realizando mas bien, al igual que el artista su obra, la solución total con las soluciones en particular.Por consiguiente, el desenvolvimiento de la Previsión de la Vejez del pueblo alemán no ha llegado todavía a su objetivo, que ha de traer el arqueo y con él la perfección.
Pero está muy cerca de él. Se recordará que el Führer y Canciller del Reich encargó al Jefe del Frente alemán del Trabajo, el Dr. Ley, el 15 de febrero de 1940, de estudiar las condiciones y bases de la Previsión de la Vejez, con la colaboración de las organizaciones competentes del Partido y del Estado, y de presentar los proyectos correspondientes sin pérdida de tiempo. De esta manera se acerca a su solución total el punto 15 del Programa del Partido y, como dijo el Dr. Ley al dar a conocer su encargo que se le había confiado, será satisfecho el anhelo del trabajador alemán.
No existe seguramente ningún ejemplo en la historia universal, de que en medio de una gran guerra de los pueblos de Europa por la existencia y el porvenir, el Jefe de Estado del pueblo que se encuentra en el centro de esta gigantesca lucha, designe como monumento una gran obra social que tiene por objeto la vejez segura de todos los miembros del pueblo que trabaja y combate, para que recuerde por todos los tiempos a nuestro pueblo la lucha común del frente y de la patria por la libertad y la independencia del Gran Reich Alemán.Seguramente ningún Gobierno habrá procedido nunca con mas seriedad y sinceridad en la ejecución de uno de los puntos de su programa. Si es cierto lo que dicen los historiadores, que el nivel cultural se ha de medir por el trato que da un pueblo a sus ancianos, el pueblo de la Gran Alemania, unido con su nuevo Reich, puede esperar tranquilo el juicio de la historia sobre sus motivos morales y sus obras efectivas en este dominio.
Observadores extranjeros que estudian el alma alemana y buscan la fuente que alimenta sin cesar a las productivas energías alemanas, han podido comprobar que el pueblo alemán se siente, como es lógico, orgulloso de ellas, pero que siempre tiene para él el mayor valor, el amor al hombre y a la colectividad dada por la naturaleza. Por eso la Previsión Nacionalsocialista (NSV) es la expresión más sublime de este sentimiento y después de haber conseguido la solución legal total del problema social seguirá siendo tan indispensable como hasta ahora, como la manifestación viva de la ayuda directa e inmediata en la necesidad repentina y en la vejez, que no puede proporcionar la mejor ley, y que solo el hombre puede dar.
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