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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

lunes, 15 de febrero de 2016

Todo empezó un 25 de Enero



El 25 de Enero fue el día en que se tomó la decisión que provocó el exterminio de Dresden. Hasta entonces, la capital de Sajonia había sido considerada un monumento cultural tan famoso y un objetivo militar tan inútil, que incluso el comandante en jefe del Comando de Bombarderos, el mariscal del Aire sir Arthur Harris, apenas le había dedicado un pensamiento. 

Todas sus baterías de fuego antiaéreo de los alemanes habían sido removidas de su uso en el frente del Este; y las autoridades de Dresden no habían tomado ninguna de las precauciones, ya para reforzar los refugios antiaéreos, o en preparativos de búnkers de concreto que habían reducido tan sorprendentemente las bajas en otras ciudades alemanas sometidas al ataque Aliado. 

En vez de eso, las autoridades habían fomentado rumores de que la ciudad se libraría de un ataque ya sea porque Churchill tenía una sobrina viviendo allí, o porque la ciudad estaba reservada por los Aliados como su principal cuartel de ocupación. Esos rumores fueron reforzados por el conocimiento de que no menos de 26.000 prisioneros Aliados estaban en y alrededor de la ciudad, y que la población de la ciudad se había duplicado a más de un millón en las semanas recientes por corrientes de refugiados llegados del Este.


Todo esto Churchill lo sabía el 26 de Enero. Pero temprano durante aquella mañana de invierno él se había enterado de que el Ejército ruso había cruzado el Oder en Breslav y estaba ahora sólo a 96 kms. de Dresden. Furiosamente él llamó por teléfono a sir Archibald Sinclair, su ministro del Aire, y le preguntó qué planes tenía él para "dar una paliza a los alemanes en su retirada desde Breslav". SirArchibald, cuya función principal había sido proteger al comando de bombarderos de la crítica pública mediante una serie de garantías mentirosas de que estaba aplicando un escrupuloso cuidado para bombardear sólo objetivos militares, permaneció fiel a sí mismo. Él fue ambiguo por teléfono, y al día siguiente contestó que en opinión del personal del Aire, "una intervención en tiempo de invierno en un rango muy grande sobre Alemania del Este sería dificultosa". A esto el Primer Ministro contestó con un memorándum tan ofensivo en su furia controlada que el ministro y el personal aéreo, nunca señalados por su coraje moral, salieron en estampida a la acción. Inmediatamente se dieron órdenes para concertar con el 8º Comando de la Fuerza Aérea estadounidense un plan para borrar Leipzig, Chemnitz y Dresden.


Sir Winston y su personal se fueron a Yalta, donde se hizo demasiado claro que los presentimientos del Primer Ministro estaban justificados. Reforzado por sus victorias, Stalin presionó sus demandas políticas sobre un Presidente ahora debilitado y muy cerca de su muerte (Roosevelt), y un Primer Ministro aislado e incómodo. Cuando se hicieron sugerencias de que el bombardeo occidental debería ser usado para ayudar al avance del Ejército Rojo, los generales rusos fueron fríos e indiferentes. Sin embargo, sir Arthur Harris ya había seleccionado Dresden, ahora sólo a 96 kms. del frente, para su destrucción. 


Y de día en día, sir Winston esperaba ser capaz de impresionar a Stalin con la demostración de lo que el poderío aéreo Aliado podría conseguir tan cerca de los aliados rusos. Pero el tiempo estaba contra él. La conferencia se disolvió el 11 de Febrero, y fue sólo tres días más tarde mucho después de la conferencia cuando ya no podía tener ningún efecto sobre las negociaciones que el portavoz de la RAF en Londres anunció orgullosamente la destrucción de Dresden.


Debemos volver atrás ahora y ver lo que los aviadores habían estado planeando. Sir Arthur Harris fue rápido para aprovechar la oportunidad presentada por la insistencia del Primer Ministro de que el Comando de Bombarderos debería hacer sentir su presencia en Alemania del Este. Desde 1941, mediante un lento proceso de ensayo y error que le había costado muchos miles de sus tripulaciones de aviones, él había perfeccionado su nueva técnica de "bombardeo de precisión por saturación". 



Primero, las operaciones a plena luz del día sobre Alemania habían sido descartadas como demasiado costosas; luego, asaltos restringidos a bombardear objetivos de noche, después de un largo período de éxitos completamente imaginarios, habían sido abandonados como demasiado inexactos. Se tomó la decisión de incendiar cada centro de la ciudad y destruír los barrios residenciales, sector por sector.


En esta nueva clase de ataque incendiario, tripulaciones especiales altamente entrenadas fueron enviadas delante para delinear un área-objetivo claramente definida con bengalas trazadoras, apodadas por los alemanes como "árboles de Navidad". Cuando esto había sido hecho, todo lo que le quedaba al resto de las fuerzas bombarderas era poner su alfombra de bombas tan densamente que la defensa civil contra ataques aéreos, la policía y los bomberos se verían todos abrumados.


Esta técnica provocadora de incendios fue primeramente usada con éxito completo en la gran incursión sobre Hamburgo. Miles de incendios individuales se conglomeraron en una sola llamarada, creando el famoso efecto de "tormentas de fuego", por primera vez descrito por el presidente de la policía de la ciudad en un informe secreto a Hitler que pronto cayó en manos Aliadas:


"Como resultado de la confluencia de varios incendios, el aire encima es calentado hasta tal punto que, a consecuencia de su gravedad específica reducida, ocurre una violenta corriente ascendente que provoca una gran succión del aire circundante que irradia del centro del fuego... La succión de la tormenta de fuego en las más grandes de esas áreas de zonas de fuego tiene el efecto de atraer el aire ya sobrecalentado hacia áreas de zonas de fuego más pequeñas... Un efecto de este fenómeno era que el fuego en las zonas de fuego más pequeñas era abanicado como por un fuelle a medida que la succión central de los incendios más grandes y más feroces provocaba una atracción aumentada y acelerada de las masas circundantes de aire fresco. De esta manera todos las áreas de fuegos se unieron en un enorme incendio".


La tormenta de fuego de Hamburgo probablemente mató aproximadamente a 40.000 personas: tres cuartos por envenenamiento por monóxido de carbono a consecuencia de que el oxígeno fue succionado del aire, y el resto por asfixia.

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