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Esto que vas a leer en este blog son algunos "detalles" que tus profesores de historia no creyeron que fuera necesario contarte.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

La Guerra Desconocida..Otto Skorzeny




Oleada tras oleada, el enemigo venía completamente derecho a hacerse matar y siempre en el mismo lugar donde nuestras baterías quedaban apuntadas. Era incomprensible, repugnante y también irritante. ¿Por qué enviar así a millares de bravos soldados a una muerte estúpida?

Comprendíamos que el soldado ruso defendiese la tierra de su patria, puesto que éramos los invasores. Pero, ¿en nombre de qué sociedad se le sacrificaba? Lo que habíamos visto en los pueblos y en las aldeas que habíamos atravesado nos había informado sobre el "paraíso soviético". Hombres y animales cohabitaban de una manera perfectamente degradante para el ser humano. Al norte de Kobrin visité un kolkjos: el campesino ruso no era más que un lastimoso siervo de la época de las Almas muertas de Gogol. Hoy aun es Alejandro Soljenistsyne quien tiene razón; pero lo que nosotros vimos en la URSS lo dijimos antes que Kravchenko y el valiente Soljenitsyn.

Se nos reprocha haber considerado al ruso como un sub-hombre (untermensch). Es una contra-verdad. Yo empleaba mecánicos rusos prisioneros, inteligentes y desenvueltos que podían reemplazar sin ayuda, por ejemplo, los muelles rotos de nuestros coches Horch por los de los carros T-34. ¿Por qué los iba a tratar como sub-hombres? Si he sido y permanezco resueltamente antibolchevique, no fui jamás ni soy anti-ruso.

¿Quién, pues, les consideraba como sub-hombres, sino sus propios dirigentes que les obligaban a vivir como animales en los campos y como robots en las ciudades? Ni un inglés, ni un francés, ningún europeo u occidental hubiera soportado durante un mes la suerte del campesino o del obrero ruso, cuya ignorancia era mayor de todo lo que se puede imaginar. Muchos prisioneros no creían que existiesen tranvías en las ciudades europeas del Oeste; en su opinión, solo podía haber metro en Moscú.

Desde 1929 a 1931, Stalin exterminó a 15 millones de campesinos que querían cultivar su tierra y en 1935 a cerca de 400.000 niños de doce a quince años, los besprizorni, sin que, a pesar de todo, pudiese acusarse a los nazis de estos crímenes. Lo que vimos en Rusia central, lo que íbamos a ver en Ucrania poco más tarde, nos probaba que el pueblo ruso esperaba de nosotros una verdadera liberación.

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